Pedrito Sánchez Clon

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 «Escribe Ernst Pöppel -a propósito del libro de John Brockman ‘Para pensar en/sobre máquinas que piensen: los principales pensadores de hoy en la era de la inteligencia artificial’ [2015]- en Edge.org [con traducción express de Verónica Puertollano y  editado por Arcadi Espada ayer en El Mundo]:

«Ha llegado por fin el momento de decirlo: no soy un ser humano, sino una criatura extraterrestre con aspecto humano. En realidad, soy un robot equipado con lo que los humanos llaman inteligencia artificial. Por supuesto, no soy el único. Somos unos cuantos (es casi imposible identificarnos), y nos han enviado aquí a observar la conducta humana.»

Más tarde, añade:

«Francis Bacon. Dijo en Novum organum (publicado en 1620) que los humanos son víctimas de cuatro fuentes de error.

La primera: cometen errores porque son humanos; su herencia evolutiva limita su poder de pensamiento; a menudo reaccionan demasiado rápido, carecen de perspectiva a largo plazo, no tienen sentido estadístico y están cegados por las reacciones emocionales.

La segunda: cometen errores por sus experiencias individuales; la impronta personal puede crear marcos de creencias que pueden conducir al desastre, en especial si piensan que están en posesión de una verdad absoluta.

La tercera: cometen errores por el lenguaje que usan; los pensamientos no se ajustan isomórficamente al lenguaje, y es un error creer que el conocimiento explícito es el único representante de la inteligencia, pasando por alto el conocimiento implícito o tácito.

La cuarta: cometen errores por las teorías que llevan consigo y que a menudo permanecen implícitas y que, por lo tanto, representan paradigmas bloqueados o simples prejuicios.»

En mi opinión, un robot-ayudante como el que perfila Pöppel -‘es casi imposible identificarnos’-, podría haber sido el líder del socialismo español, asomando su robótica sornrisa el pasado lunes a fin de ser entrevistado, es un decir, en TVE1, por una profesional Ana Blanco, quien, al término de la misma quedó patidifusa, invadida por la lógica estupefacción que produce hablar con una máquina que, por si fuera poco, está pésimamente programada.

Pero no. Un robot así jamás hubiera atribuído, verbigracia, el logro del divorcio a Felipe González ni habría definido a Ciudadanos como ‘juventudes del Partido Popular’. Imposible.

 El hermoso Pedro simplemente bebió, a la vez, de las cuatro fuentes del error que describe Bacon. Y lleva así desde que fue elegido -al igual que el arruinador ZP- para asumir una responsabilidad que le supera con creces y que pocos se explican cuál fue el truco o trato que llevó al socialismo a reincidir en el arte de tropezar en la misma piedra.

El fabuloso aspirante socialista a la Presidencia del Gobierno de España, es, pues, superdotado en el político toreo de salón televisado en directo, aunque no tuviera ni puñetera idea -tampoco- de que a alguien se le ha ocurrido la genial idea de instaurar la formación profesional en la especialidad de tauromaquia.

¿Se dió cuenta el personal televidente de que le estaban tomando el pelo? ¿Tenemos lo que nos merecemos? ¿Se trata de un intento de suicidio colectivo socialista o simplemente social?»

Leido en el blog  EQM

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