Monseñor Martínez y las similitudes entre el aborto y el genocidio nazi y estalinista

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Aunque podría parecer que tenemos predilección por hablar de actuaciones de miembros en activo o eméritos del episcopado español es algo alejado de la realidad y aunque en los últimos días se note una cierta persistencia en mencionar a algunos de ellos, se debe a que son protagonistas, intencionadamente o no, de la actividad política en su vertiente religiosa, o por su decidida intención de intervenir a través de unas competencias que supuestamente le otorga el ser miembros jerárquicos de la Iglesia, apoyada en la tradición de muchos siglos en que han estado cogobernando con el poder civil, en los asuntos de este mundo.

Y así si en los últimos días se han mencionado dos obispos vascos, Munilla y Setién, por la no aceptación expresa y tácita del primero por los nacionalistas y el emérito Setién, hoy volvemos la mirada a Granada, que aún no se ha recuperado del fiasco sobre los inexistentes restos de Lorca en el lugar de peregrinación, sobre todo desde que hay democracia, en Víznar, porque su arzobispo requiere de nuevo protagonismo por unas explosivas e incendiarias declaraciones sobre el aborto y el sistema de gobierno que el pueblo se ha otorgado democráticamente.

Y si hace unos meses Javier Martínez opinaba que el uso masivo de los preservativos no ha detenido los contagios del virus del sida en Africa, sino que lo ha propagado, una realidad que, a su juicio, está perfectamente constatada,  en sintonía con las declaraciones de Benedicto XVI, al que la revista médica The Lancet exigió que se retractara públicamente de unas palabras que tachó de «atroces» , “culpaba de esta situación a los mismos que degradan sin cesar y sin límite nuestra propia humanidad y la dignidad de nuestro pensamiento cuando deciden promover entre nosotros la banalización absoluta del uso del cuerpo humano y del sexo», ayer mismo entraba a saco en otro tema que tiene a la sociedad española dividida por tratarse de algo tan delicado y escabroso: el aborto y su nueva regulación.

Monseñor Martínez supone que  aclarará el debate y las conciencias con su visión del problema-los más de 100.000 abortos, legales e ilegales, que se practican anualmente en España, con los siguientes juicios emitidos ex cáthedra desde el púlpito catedralicio granadino:

“la situación en la que la reforma de la Ley del Aborto sitúa a miles de profesionales sanitarios es similar a la que tuvieron que afrontar los médicos o soldados bajo el régimen de Hitler o de Stalin o en cualquiera de las dictaduras que hubo en el siglo XX,  ha habido pocas imágenes más tristes que la que ofrecieron los parlamentarios aplaudiendo lo que por fin se ha convertido en un derecho: matar a niños en el seno de la madre”.

«El mundo puede llamarlo estupidez. Yo le llamo valor, pero matar a un niño indefenso, y que lo haga su propia madre, da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella y se la traga como si fuera un derecho: el derecho a vivir toda la vida apesadumbrada por un crimen que siempre deja huellas en la conciencia y para el que ni los médicos ni los psiquiatras ni todas las técnicas conocen el miedo».

Para el prelado, esta «licencia para matar no es más que un primer paso de la pérdida de libertad de la sociedad y el primer paso, gravísimo, que anuncia que estamos ya en una nueva y terrible dictadura», “es la humanidad la que retrocede con este genocidio silencioso al que se nos invita y que ahora se promueve, genocidio que se impone a ciertos profesionales como si fuera una obligación, el mismo tipo de obligación que las que tenían los oficiales en los campos de concentración».

«Sólo existe una medicina para este crimen: el perdón, medicina que sólo conocemos los cristianos. Un médico que haya practicado cientos de abortos y que algún día caiga arrodillado, asombrado de su propia mezquindad humana, es abrazado por el Señor. Una adolescente engañada por el chico que abusó de ella o por sus padres, o por la imagen que tiene de sí misma, siempre tendrá en la Iglesia una casa, una familia y una madre»
Por último señaló además que el tono de sus palabras no significa que esté haciendo campaña, sino que las pronuncia por la libertad, libertad que no dan las leyes, sino que nace de Dios, y que nadie nos puede arrebatar». «Cada vida vale más que todos los retratos del Museo del Prado, porque es una imagen viva y hablante de Dios. ¡Eso es la belleza!»

Palabras que no han gustado a la  secretaria provincial de Igualdad del PSOE de Granada, Josefa Caballero, porque «provocan violencia de género y  echa por la borda tantos años de lucha por la libertad de las mujeres», “la ley no obliga, sino que da cobertura sanitaria y jurídica”. Ha instado a Martínez a » dejar de hacer política desde los púlpitos».

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