Aterrizando en la cruda realidad

celebracion eurocopa 2012

 Utilizando un calificativo más suave que el empleado por Mónica Naranjo en Sobreviviré  pero que intenta ser una somera descripción de nuestra realidad, una vez acabados los fastos por la consecución de un segundo campeonato de Europa, con una copa del Mundo intercalada. Oficialmente somos los mejores del orbe en esas pasión de las masas que es el fútbol gracias a un grupo humano cohesionado por el caballero –auténtico- Del Bosque del que no hay que ignorar que el mejor equipo del siglo XX, el Real Madrid, lo ninguneó en su día, pese a haber conquistado una copa de Europa de club –después vendrían una copa del Mundo y la reciente copa de Europa-, lo que demuestra la sabiduría futbolística del financiero Florentino que después contrataría a su antítesis, es decir, el tal Mourinho.

Tenemos que dar las gracias por esa ilusión que han despertado en tantos millones de españoles, tanto a Del Bosque como a los futbolistas seleccionados, entre los que destacamos a unos locos bajitos, todos por debajo del 1,70 de estatura: Matas, Silva. Pedrito, Xavi Hernández, Iiniesta, Alba, Cazorla…

Mientras se ha celebrado la Eurocopa los graves problemas que atraviesa la sociedad han quedado algo paliados, e incrementado el sentimiento de orgullo de pertenecer a una nación que tanto destaca en el deporte, a la espera de volver a ser en lo económico la gran potencia que le corresponde.

Cuando aun resuenan los ecos de la celebración en la Cibeles, otros nos recuerdan esa cruda realidad , como Arturo González, en Público:

“Es tal el contento que la victoria de España en la Eurocopa de fútbol ha provocado en la inmensa mayoría de ciudadanos, con la llamativa pasión de los jóvenes enrollados en la bandera, que cualquier otro asunto resultará irrelevante durante un tiempo. ¿Quién se va a preocupar porque Guindos haya dicho ayer, el mismo día de la final, que la recesión se agrava y la caída del PBI será superior al 3%? Los españoles no están para disgustos, y hay que reconocer que el fútbol al menos nos proporciona esta evasión legítima y útil, esta alegría en vena. ¿A quién le preocupa la fuerte subida del IVA que se anuncia inminente y que nos empobrecerá en lo más necesario para vivir? Oé, oé, oé. ¿Incluso quién ha pensado esta noche que Valencia es una falla ardiente de sus árboles? ¿Quién se va a preocupar porque los medicamentos ya haya que pagarlos, amén del óbolo de un euro por vez, recordando con fruición los goles de Torres, Silva, Alba y Mata? ¿Quién apagó esta noche la luz innecesaria para ahorrar ante la segunda subida del año que nos propinaron desde ayer, día de la victoria? ¿Quién hablará hoy en el curre de hipotecas, carestía de la vida y sombrío futuro? Casillas apenas tuvo trabajo y bailaron a los italianos, un goce para una semana por lo menos.

Cierto, el fútbol es la droga nacional despenalizada. Los enanitos de rojo son nuestros gremlins, nuestro videojuego real. Da igual que te anuncien un ERE, da igual que si te pones enfermo más de 13 días con baja médica te echan por absentismo si quieren y sin indemnización, en el agravio más infame e intolerable que se ha cometido en todo el tiempo de democracia y de no democracia contra los trabajadores y que éstos y los sindicatos ignoran y no existen medios de comunicación que expliquen y destaquen esta vuelta a la Edad Media, que se considere absentismo la enfermedad y que tengas que ir a trabajar para que no te despidan como si la salud dependiese de tu voluntad.

Todo queda cegado por la euforia de Rajoy y el Príncipe celebrando cual horteras los goles en pie y gritando, ellos sí que son patriotas y de los buenos.
No, no es día de cavilar, no es día de críticas ácidas, no es día de preocupaciones por España y su futuro próximo. ¿Qué importancia vamos a darle a todo esto hoy y durante un tiempo si somos campeones de leyenda, como dicen al unísono? El fútbol es el único fármaco que no ha podido retirar la ministra esa y que no hay que pagar”

Y Pérez de Albéniz:

“Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, asistió ayer noche a la final de la Eurocopa de fútbol celebrada en Kiev, capital de la democrática Ucrania. Mientras se jugaba el partido, uno de los peores incendios de las últimas décadas avanzaba sin control en Valencia: más de 50.000 hectáreas de monte y bosque calcinadas, dos mil personas afectadas, cientos de familias desalojadas, 1.700 efectivos terrestres y 22 medios aéreos trabajando duro.¿Dónde debe estar un presidente? ¿Y dónde un ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente? Junto a los que más le necesitan.

“Mi obligación es estar en la final de la Eurocopa”, dijo un Rajoy que, tras varios días de llamas, quizá sólo acierta a ver “hilillos” de humo. En Telecinco, minutos antes del partido, el presidente pronosticaba “una victoria de España”. Su apuesta de la jornada, a caballo ganador. Al mismo tiempo, en los canales con información internacional se podían ver imágenes de Obama visitando Colorado, apoyando sobre el terreno a bomberos y afectados por un incendio similar al valenciano. Entre el balón y el humo, Rajoy eligió el primero: era donde tenía algo que ganar, una foto que hacerse. El sabor de la victoria es dulce y embriagador, mientras que el olor a vida carbonizada nos puede dejar la cara tiznada de realidad: hace 6 meses que la Generalitat eliminó la prohibición de recalificar bosques quemados. La misma Generalitat que ha recortado el presupuesto de la lucha contra incendios un 14%: 15 millones de euros y 200 personas menos.
“Yo ando con mis líos europeos”, afirmó Rajoy tras la victoria de España en esa entrevista tan buscada en Telecinco. La gente, en las calles, exhibía banderas de España y se desgañitaba cantando “soy español, soy español, soy español”. Cuando todo va mal, y el único motivo de alegría es un partido de fútbol, es el momento del nacionalismo banal. Rajoy y el príncipe prefieren posar con Iniesta antes que con un bombero. Mal hecho. España es el país que gana 4-0 en la final a Italia. Pero también el de los cinco millones de parados. El país donde la justicia no funciona, y los ciudadanos pierden sus bosques, sus casas, su educación y su sanidad públicas… El país donde suben el precio de la luz, el agua y el gas. Ganar la Eurocopa es una alegría superficial, liviana, que dura apenas unas horas”

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