“Cartas a Alipio”, José Palacios Royán

Alipio es ese amigo fiel, el amigo de verdad que todos desearíamos tener, con quien compartir sin miedos ni temores nuestros más íntimos pensamientos. Las Cartas a Alipio son el testimonio de esa «amistad» de José Palacios con su Alipio particular, tejida y desplegada a lo largo de treinta y tres breves epístolas que vieron la luz primera en el Diario SUR de Málaga y que ahora ha reunido en este librito. Con la excusa de discernir el uso correcto de tal o cual término, el autor comparte con nosotros su personal -a menudo descarnada- visión de un mundo que cada vez se nos hace más difícil de entender.

 Hoy le dirige una nueva carta, en la que, además de hacer un comentario intimista y dolorido, repasa con su fino humor la actualidad resaltando algunos gazapos y excesos lingüísticos de nuestros próceres o de su entorno, sin dejar nunca de lado la cultura clásica tan ninguneada  desde hace bastante tiempo.

 » Aequam memento rebus in arduis

servare mentem, non secus in bonis.

`Acuérdate de mantener en la adversidad

el ánimo sereno, y en la prosperidad lo mismo.

Horacio, Odas II 3, 1.

Amigo Alipio:

 Te eché de menos aquella tarde de abril. Estuvo César, mi nieto, pero sólo un rato. Ni un minuto más de lo que dicta la sentencia. A lo que se ve, hay quien no siente el daño que un corazón acorazado puede causar a un corazón inocente (Inocente = `que no hace daño´). Un día, seguro, alguien habrá de responder; y la desnuda Verdad, que siempre aparece, aparecerá.

Pero no es día para las tristezas, que hasta el otoño se viste de primavera y, con su sol, me invita a adentrarme en la mar serena y azul. Ahora que aún el otoño de mis años mira hacia este lado; antes de que vuelva inexorablemente su rostro hacia la otra parte, la que da a las sombrías oscuridades del invierno. Que ya no me queda mucho tiempo para baños calientes.

Ad parabolas! Alipio, amigo de alma grande, el otro día me sobresalté. Leyendo, leí: “Rubalcaba APUNTILLÓ…”. Tal como estaban las cosas con eso de la Conferencia y las Primarias… Descansé cuando vi que el buen hombre sólo había APOSTILLADO que le sienta mal que un aliado le engañe. Id quod est.

Quien dice cosas que, meo iudicio, no son de verdad es la señora de Castilla y de la Mancha. Doña María y Dolores (c.v.g.D.m.a.) elevó a los altares a su benefactor, Rajoy, y dejó a Aznar, José María, como un simple monaguillo: ‘Aznar fue un gran presidente y Rajoy es el mejor’, exclamó. Adulatio-adulationis (f.), de la tercera declinación.

 No sé yo, que creo que sí,  si nos engaña el ministro de las perras, el de los dineros y la luz al final del túnel, que nos trae a mal traer y nos sobre-carga con esto, con lo otro y con la “tasa que GRABA (sic) las transacciones financieras”. Grabados tenemos su afeitado rostro en nuestras almas (y bolsillos), la cara de un hombre que no parece de Jaén. Vade retro, Christophore! GRAVES estamos los agraviados, infestados por el virus que no era, el que lleva a la ruina al de siempre.

Todo pasa, y ellos quedan; pero lo nuestro es pagar. Como las desgracias nunca vienen solas, ahora resulta que no entendemos a Don Quijote. Ni el Catón, ni el Ya leo, porque, dime tú, amigo, dime si entiendes esto que tengo ante mis ojos: “Vercingetorix REPLEGÓ sus tropas HACIA DELANTE”.

Los que son unos `echaos p´adelante´ son esos tíos de las comilonas y las copas institucionales, que eso sí que no sé lo que es. Aunque ésta muy claro. Nihil nimis, `nada en exceso´, decían los romanos. Escipión Emiliano, v. gr., acostumbraba a alimentarse con pan durante la marcha, andando con sus amigos. Asdrúbal, dormía muchas veces sobre la tierra desnuda, cubierto por su capote. Lo mismo que Alejandro Magno. Durán Ilerda, figura sin par, en el Palace de innumerables estrellas. Hasta el mismísimo emperador Augusto “de comida escasa y sencilla, prefería el pan casero, los pescados pequeños, el queso fresco y los higos verdes”. En Valencia, un Costa cualquiera pedía caviares en para su Navidad.

Gneo Escipión, después de sus triunfos en España, murió en la mayor pobreza; ni siquiera dejó dinero suficiente para la dote de sus hijas. El alcalde de Cortes, otro héroe de la patria, salta las fronteras del pudor y se sube el sueldo. Tonto, que es el tío. Que lo es.

Pero ellos, siempre a lo suyo, a la palabra hueca, vacía. Hace tiempo, “El vicepresidente y ministro Mariano Rajoy llamó «tonto del culo» a un redactor de la Agencia”; ahora un bípedo libidinoso es “Condenado a un año de cárcel por tocarle el culo a su vecina”. Ya se leía en la Biblia que “son más dulces las aguas furtivas y más sabroso el pan escondido”.

Mientras tanto, “En Valladolid Felipe González volvió a llamar vago a Rajoy”. No sé si le replicó como Escipión el Africano quien, cuando algunos le acusaron de que era poco luchador, respondió: “Mi madre me parió emperador, no guerrero”. Sea como fuere, el muy amado presidente de la Sra. Dolores, la de lealtad quebradiza, debiera leer, en latín, al poeta Horacio cuando dice: “Hay que evitar la malvada Sirena de la desidia”, porque “el cuerpo indolente se corrompe por el ocio y se corrompen las aguas si no se mueven”.

No entendemos a Don Quijote, no hemos estado nunca en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre…

Tu amigo José»

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