La insoportable levedad de la Villalobos

 La actual vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, es una muestra palmaria de que cualquiera, desde el seno de un partido político fuerte, puede llegar a lo más alto. En la entrevista que le hace en la Sexta la incisiva Ana Pastor, esta no puede sacarle nada valioso pero si aprovechó para “dar toda una lección de superficialidad, de soberbia y de desprecio por parte de la política”, diciendo banalidades cuando se refería a la política de Montoro, a su pintoresca persona (“Todo el mundo aplaude mis piruetas y yo solo curo mis agujetas”), a que la bajada generalizada de salarios es “solidaridad entre los trabajadores para mantener el empleo”, a que ha hecho mucho por Cáritas y la Cruz Rojoa, o refiriéndose a su marido Arriola (que aparece en los papeles de Bárcenas), afirmando que no se ha llevado ni un duro de nadie ni menos en B. Todo un insulto, una burla y un ejemplo de sinvergonzonería política sus palabras para la inteligencia del sufrido españolito, tan empobrecido, que observa con asombro e impotencia la hipocresía que emanan estos gobernantes. Los telediarios de hoy son la muestra. Y cuidado, que el salvapatrias de Aznar se ofreció ayer a la Nación para acudir en su ayuda…, cuando todos sabemos que en aquellos sus polvos se gestaron estos lodos.

Lo anterior es una glosa de La política se desmorona de Pérez de Albéniz, que enriquece con su verbo la descripción de la diputada (“el flequillo que le colgaba, como una mustia cola de asno, por el lado derecho de la cara”):

 “Sucedió la noche del pasado domingo. La vicepresidenta del Congreso, del Partido Popular, fue entrevistada por Ana Pastor, la periodista suprema, en lo que fue toda una lección de superficialidad, de soberbia y de desprecio por parte de la política.“Cristóbal Montoro se equivocó al afirmar que los salarios este año están creciendo moderadamente porque utilizó un dato sectorial y no un dato general”, dijo sin despeinarse, meneando apenas un milímetro el flequillo que le colgaba, como una mustia cola de asno, por el lado derecho de la cara.

¿Un dato sectorial y no un dato general? Villalobos hablaba sin decir nada. Absolutamente nada. “Todo el mundo aplaude mis piruetas y yo solo curo mis agujetas”, reconoció, tan campechana como chisposa, en el momento más brillante de su intervención. Y ahí terminó todo. Nada de contenido, ni una propuesta realista o inteligente, ni una sola idea. Mucha chulería, eso sí. Toneladas de engreimiento. Y algún insulto a la inteligencia del telespectador-ciudadano: “En la negociación colectiva se están negociando efectivamente unas bajadas de salarios temporales. Lo que significa solidaridad entre los trabajadores para mantener el empleo”.

Bajadas de salarios… ¿temporales? ¿Solidaridad entre los trabajadores para mantener el empleo? Hay que tener mucha cara, o ser muy sinvergüenza, para afirmar estas cosas en televisión. “Yo he hecho muchas cosas con Cruz Roja y muchas con Cáritas”, aseguró la solidaria política de clase media en medio de un torrente de palabras huecas. Ana Pastor, incapaz de encauzar el tsunami, planteó el tema Bárcenas-Pedro Arriola cuando apenas faltaban un par de minutos para terminar la entrevista.

Marido de Villalobos y asesor de Rajoy y AznarArriola aparece en los papeles de Bárcenas: una nota indica que pidió cobrar en negro sus informes. Aumentando el tamaño y el brillo de su sonrisa, la política popular reconoció que conocía personalmente a Bárcenas, negó que Arriola se haya “llevado un duro de nadie, y menos en B”, y se despidió con un rostro aún más resplandeciente del que mostraba al comenzar la entrevista. La imagen perfecta de la decadencia de la política. De una política que se desmorona”

 

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