Un castigo innecesario a los nietos del Rey


Entrega de trofeos del reciente Mundial de Balonmano. En primer plano el Principe de Asturias con la Selección Española. Al fondo, Urdangarin con dos de sus hijos

Uno de los efectos secundarios pero de los más importantes para nuestro gusto, es el daño que entre todos, y Urdangarin a la cabeza, se les está causando a los hijos de este, quizá las únicas víctimas inocentes – además del daño en el bolsillo de todos los españoles- de este trapicheo, otro más en los que tan pródiga es nuestra clase política y sus aledaños, como la Casa Real, de la que se ha valido el duque empalmado para forrarse literalmente, algo de lo que, al parecer,  tendrá que dar cuentas ante la justicia, personificada en el juez Torres que, sin embargo, aún no ha tenido arrestos para citar a la esposa del duque consorte, Cristina de Borbón.

 Esta consideración hacia dos de los hijos de Urdangarín es motivada por la imagen en la que se les ve  contemplando como su tío, como si ya el Príncipe fuese ajeno a ellos, entrega los trofeos a los campeones, una imagen desoladora que el duque empalmado podría habernos evitado y que no mueve al escarnio sino todo lo contrario, como aquella en que se ve al duque presuntuoso –uno más de los abundantes que creen que los españoles son memos-  corriendo a calzón quitado por las calles de Washington  huyendo de los paparazzi.

 Dicho esto, y en descargo del duque aunque quizá no sea políticamente correcto decirlo, Urdangarín va a pagar no sólo por sus presuntos delitos, sino también “por los delitos de aquellos representantes de las Administraciones Públicas que le regalaron el dinero público precisamente por comprar una indiscutible imagen de marca, costara lo que costara, y donde la contraprestación formalmente contractual no les importaba, al parecer, demasiado. Hasta el punto de ejercer un muy laxo control sobre la misma en la fase de justificación del gasto y del abono. Sólo así se explicaría la continuidad y prolongación de aquello que se está cuestionando. Y tampoco se comprende que

la Justiciapermita al socio una especie de chantaje electrónico, que se eleva hasta las más altas instancias, en vez de exigirle que ponga inmediatamente en manos del juez toda la información que posea. Y qué decirles de esa facilidad, una vez más, de hacer llegar a los medios lo que debería ser secreto del sumario. Redondeando la indefensión del acusado/acosado” leemos en EQM.

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