Sánchez Dragó ofrece un nuevo tipo de bazofia televisiva

sanchez dragó en el ataud

Eso es lo que nos parece el invento por mucho que los responsables del mismo lo hayan presentado como «un programa cultural de calidad, en el que el escritor y presentador estará acompañado por sus gatos, sus amigos, sus elixires”.

Los sindicatos han reaccionado airadamente y aseguran que Egolandia-así se llama el programa- es «el capricho ególatra de un señor» con el que se podrían pagar hasta 36 contratos de nivel 5”

Llama la atención que el culto presentador al que al parecer las neuronas comienzan a hacerle trastadas tenga tan poco respeto a su hipotética audiencia – escasa, ya que en el estreno sólo congregó al 4.8% de los espectadores: 113.000- a la que representa por medio de 10 ovejas y un burro y a los que trató como se tratan a estos animales-la audiencia- gritándoles “Reservado el derecho de admisión. Este no es un programa plural, sino singular. Vamos a ser elitistas. Borregos y ciudad-asnos, ¡fuera!, ¡fuera!”, queriendo decir que el suyo era un programa elitista al que no eran llamados los asiduos de los programas basura.

Pero no fue un programa similar a “Negro sobre blanco” que tanto ha aportado al mundo de la cultura a través de la presentación de numerosos escritores con sus obras, sino que al contrario, aún convocando a personajes de relativo brillo en sus profesiones, no extrae de los mismos nada relevante sino que misteriosamente los conduce a unos terrenos delirantes no exentos de la basura que dice combatir.
Da ejemplo él mismo rompiendo a martillazos un televisor: “Este es el instrumento que pervierte nuestras vidas, que devora nuestro tiempo y convierte a las personas en borregos y borricos”,  “Caiga mi cólera sobre él”.

Así Mercedes Milá habló de Gran Hermano y de la telebasura . Alejandro Jodorowsky, escritor, filósofo y dramaturgo,  le echaba las cartas mientras le decía peloteándole: “Tienes una luz inmensa”-¿cree de verdad el demagogo y taumaturgo Jodorowsky en las cartas astrales?-. Losantos, que habló de Mercedes Milá, de la telebasura, de la radiobasura y Fernando Arrabal que soltó eso tan inaprensible de que “el milenarismo va a llegar” a la mismo tiempo que su ser lúbrico se fijaba en un par de chulapas. Nos quedamos con las definitorias palabras de Nacho Gay: “Dragolandia es una revisión ‘geriátrico-popera’ y pretenciosa de Crónicas Marcianas. Televisión elitista, sin duda. Difícil de ver para la plebe y la chusma. Difícil de ver, a secas.”

No hemos mencionado los componentes nepotistas del nuevo programa: ha puesto al piano a su esposa japonesa y como copresentadora  a su hija, Ayanta Barilli.

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