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Diremos que para los que han clamado en contra La Habana al parecer aún permanece difunta- de “La Habana para un infante difunto”, de Cabrera Infante- bajo la dictadura castrista pues el barbado Fidel sigue moviendo los hilos desde su enfermedad de la que está siendo muy bien tratado visto el buen aspecto que presenta después de su última aparición televisiva ante unos estudiantes suramericanos.
Y lo hacen en contra los medios autotitulados defensores de las democracias en una sola dirección, es decir, que si la dictadura es de “derechas”, aquellas en las que el dictador aplasta a los movimientos genuinamente democráticos porque están auspiciados por los comunistas que lo que quieren es quitarle el dinero a los poderosos-luego cuando estos dictadores caen en desgracia se demuestra que querían el dinero para ellos solos cuando se descubren las cuentas en los bancos suizos y demás guaridas del dinero-caso de Pinochet, entre otros- y los seguidores de estos medios que también han cargados contra los artistas, a los que Losantos bautiza como “titiriteros”, poniéndolos a caer de un burro, y aireando sus vergüenzas, como que Miguel Bosé guarda la pasta en Panamá para evadir impuestos o que el de la camisa negra Juanes, es un peligroso activista de causas sociales y humanitarias.
Así Oswaldo Payá . líder del Movimiento Cristiano Liberación ha reconocido que «hay mucha expectación, mucho entusiasmo entre los jóvenes ante el concierto de Juanes en La Habana, pero que también existe «preparación» por parte del Gobierno, que está ahora mismo «poniendo los límites», lo que demuestra la falta de libertades en la isla: ”Juanes y Miguel Bosé, tienen el derecho de hacer el concierto y que canten y digan lo que quieran, pero al mismo tiempo les digo a ustedes que Cuba es una cárcel, un país cárcel”
Otros como un tal Obama opinan en cambio que este tipo de intercambios culturales no dañan las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y por supuesto para los cantantes Juanes, Bosé, Víctor Manuel, Luis Eduardo Aute y compañía, hasta catorce artistas que uno tras otro fueron desfilando sobre el histórico escenario de la Plaza de la Revolución, entre el Che Guevara gigante y la Raspadura, el magno acto ha pretendido ser un puente de paz, un grito de tolerancia y por la reconciliación entre los cubanos.
Algunos como Olga Tañón osó decir en inglés la primera frase para la Historia: «Its time to change» (Es hora de cambiar) y el cubano Amaury Pérez, uno de los más beligerantes en los días previos, repitió «¡Viva Cuba!» hasta emocionar a su público.
