Ante el nuevo año: Ni uno más en Afganistán

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Aunque parte del título del post es idéntico al de un artículo que firma hoy en El País Miguel Aguilar, sacado a su vez de la frase de Miguel Ángel Moratinos, según la cual «ni un soldado más iría a Afganistán», no nos ha importado reproducirlo dado su carácter sintético, que llega mejor al lector y lo hemos hecho porque el problema, que no es  ninguna broma, nos afecta, como al resto de los españoles, en cuya memoria colectiva está una serie de guerras exteriores en que España se vio inmersa en el pasado, una de ellas la de Marruecos, con los beneficios de todos conocidos.

No siendo antimilitarista ni mucho menos-dada la condición humana los ejércitos son indispensables- sino por otra serie de razones de índole privada, entre las que no está la de ser objetores,- ya dedicamos algún tiempo de la juventud al duro entrenamiento estival en los campamentos rondeños de la IPS, y posteriormente, con los galones correspondientes en la isla de César Manrique, Lanzarote-, y al ser privadas las razones son impublicables, se nos ponen los pelos como escarpias cada vez que nos enteramos de que van a enviar más soldados al exterior a batirse el cobre en misiones humanitarias cuando en realidad están interpretando estas acciones, de una manera puramente economicista, desde ciertos sectores que dicen estar en el meollo del asunto. Desde luego España por dinero no está.

A  esto se une el que se observan ciertas contradicciones entre los miembros del gobierno de la nación: si Moratinos dice que “ni un soldado más iría a Afganistán”, la ministra de la Guerra-nos gusta llamarla como se hacía antaño- Chacón habla de “un aumento de tropas en  misiones en el exterior de un 140 %”, con posible destino en Afganistán , y Zapatero, por el contrario, afirma que, “de entrada, no “, frase que nos parece muy inquietante si nos fijamos en los antecedentes de Felipe González, cuando aquello de “la OTAN de entrada, no”. O sea, que sí. Confiemos en que no se siga una política errática y que la oposición ayude al Gobierno con espíritu deportivo presentando un programa alternativo.

Seguramente la flamante ministra de Defensa se ha llenado de optimismo cuando, según apunta M.A. Aguilar, “por primera vez desde que el presidente Aznar procediera a la abolición improvisada y chapucera del servicio militar obligatorio y se incurriera en la plena profesionalización de las Fuerzas Armadas, se ha pasado del déficit de aspirantes respecto a las plazas ofertadas de tropa y marinería a más de cuatro candidatos por cada puesto. A partir del ministro Eduardo Serra en adelante había sido imposible reclutar la cifra fijada en el llamado objetivo de fuerza conjunto. Apenas se lograba alistar al 70% de los previstos y eso pese a las rebajas sucesivas de las condiciones de estudios, de las aptitudes físicas y del cociente intelectual y al incremento de la edad máxima aceptada para incorporarse o permanecer en filas.”

Esperemos que tales rebajas sean revisadas, ahora que por motivos económicos, el paro, la inflación de extranjeros, sí podemos cumplir las previsiones.

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