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Ayer leíamos un poco alarmados que “el presentador Hermann Tertsch ha tenido que abandonar de forma indefinida su programa, Diario de la noche, tras sufrir una recaída por las lesiones- una fuerte patada en la espalda que le dejó contusiones y varias costillas rotas- que le causaron en la agresión que sufrió hace unos meses. La baja será temporal y puede oscilar entre 15 días y un mes, aunque todavía no se sabe». Al parecer, su regreso, la madrugada del 19 de enero, fue precipitado, ya que Tertsch no se encontraba completamente recuperado de sus heridas”.
Pero el cuerpo nos ha entrado en caja al comprobar que la baja es sólo en TeleEspe y no le impide escribir en ABC, el prestigioso diario que le acoge, después de haber sido aherrojado abruptamente de El País, un artículo bastante aguerrido, como todo lo que sale de su pluma o boca, lo que a veces le acarrea toda clase de inconvenientes, el último la breve y brutal paliza que recibió a altas horas de la madrugada en la calle Almirante o la cruel chanza del Gran Wyoming, que se titula de una forma bastante expresiva:De lacayos y traidores en donde recuerda a Raúl Del Pozo cómo pueden acusar de la crisis a quienes la denuncian:
“…Pueden intentar e incluso lograr a veces la liquidación civil de aquellos que han destacado en su denuncia de que el rey no sólo está desnudo, sino que su soberbia ignara nos va a dejar desnudos a todos nosotros y a nuestros hijos y nietos”.
“Los casandras -en definitiva, los que han dicho la verdad en estos pasados años- dice alguno de los amiguetes escribidores del Gran Timonel, son los que hunden el país. Y la conspiración internacional, ni más ni menos. No hay duda ya. La tropa de cursis, paletos y aprovechateguis que culpan del hundimiento a quienes no están en el poder pueden tener réditos a corto plazo”
“Pasearse con este presidente y maldecir y condenar toda crítica al poder como si este personaje nefasto en nuestra historia fuera realmente España. Pero la realidad demuestra claramente que aquí nadie va a tener réditos a largo plazo de lo que supone el retorno de España a una anomalía histórica de la que había salido con honra y orgullo en la transición”
