La letra con sangre entra
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En esta obra Goya critica el sistema educativo de su época: pinta una pequeña escuela en la que el maestro aparece sentado a la izquierda con un perro a sus pies mientras azota a un alumno con las nalgas al aire e inclinado para recibir el castigo. A la derecha se distinguen otros dos alumnos que acaban de recibir el castigo mientas otros se enfrascan en su tareas.
En los dos enlaces que le muestro, dos maneras distintas de enfocar el sistema educativo. En uno se dice que Los maestros británicos podrán usar la fuerza en situaciones problemáticas, el ministro de Escuelas, Infancia y Familias, Ed Balls, cree dar la luz verde para hacer un uso razonable de la fuerza puede contribuir a poner fin a una cultura en la que los profesores a menudo se encuentran sin autoridad para hacer frente a situaciones difíciles. Y en el otro a un maestro, creemos que magrebí, atajando con gran solvencia un problema de indisciplina en el aula y con el que no estamos de acuerdo: tampoco lo estamos cuando un adolescente propina una paliza a un profesor en un Instituto español, tirándolo al suelo y siendo grabado por los compañeros que después cuelgan la exclusiva en Youtube.
Desde la escuela de tiempos de Goya a la actual ha llovido mucho. Ahora estamos en España en la era de la permisividad en la que los profesores utilizan gran parte de su energía en mantener la disciplina en las clases o en defenderse de las agresiones de sus alumnos o familiares. En la época de los teléfonos móviles muchas de estas han sido grabadas por los compañeros del alumno-matón y han constituido una prueba ante los Tribunales. Y es tan alarmante la situación que las autoridades educativas dispersas en las consabidas 17 comunidades autónomas deberían ponerse de acuerdo en hacer una escuela moderna en la que existiera equilibrio entre la autoridad debida al maestro, la disciplina y las libertades individuales: todos sabemos que esto no se lleva a cabo porque el tiempo se les pasa discutiendo sin son galgos o podencos queriendo imponer sus ideologías y deseando ocupar la poltrona para hacer borrón y cuenta nueva.
Mientras tanto, en nuestro santo país seguirán dándose casos de enfrentamientos entre alumnos, algunos con resultado de muerte, como el último de Seseña, en que dos niñas se citan a través de twiter para pelear o, como la educación es deficiente, al llegar a mayores esos niños se hacen políticos y algunos se convierten en modernos Ali Babá y otros llegan a jueces y se ven impotentes para parar a tanto ladrón de cuello blanco, y otros se hacen ministros de Dios y… Bueno aquí ya paramos para que Benedicto XVI tenga las Pascuas en paz.
No puedo dejar de estar más de acuerdo con el articulo, sobre todo con el titulo del mismo que lo resume a la perfección. Es un problema y sobre todo de una politica educativa que necesita plantearse el justo equilibrio.Si bien hay quien confunde la «autoridad» con el palo, no menos cierto es que despojar de la «autoritas» moral, de la educacion como método de aprendizaje, del esfuerzo y la responsabilidad personal, es como pretender que la sabiduria (tan poco conocida y tan poco valorada, o al menos la minima formación para ser ciudadanos autenticamente libres) aparezca por ciencia infusa. Librarnos de este lastre va a costar trabajo, y como dice un grupo de facebook «si matriculas una cabra en Primero de ESO, llegará a Cuarto»,que empieza a sucedder por lo que vamos atisbando,y por ello algo tiene que estar fallando.Otro dia hablaremos de qué ocurre en nuestra cultura para que se produzcan hechos como esta situación de menores que se enfrentan a situaciones penales como el que se bebe un vaso de agua,sin el más minimo rubor ni sentimiento de culpa ni de responsabilidad. Algo nos está pasando. De hecho que la letra no entre con sangre pero que entre, si es que queremos que esto llegue a buen puerto.
Muy atinado el comentario que suscribo en su totalidad.
Como no se tomen medidas pronto la situación será ingobernable y necesitaremos muchos, muchos polis…a los que se cederá la auctoritas hurtada a los maestros.
Saludos cordiales