Al décimo día, el cuerpo de Marta sigue sin aparecer

el vertederon de alcala

marta y miguel carcaño

Disculpen que practiquemos una vez más el feísmo trayendo de nuevo las imágenes del vertedero de Monte Marta Cónica, de Alcalá, con su gigantesca excavadora revolviendo los detritus de Sevilla, con sus miles de gaviotas revoloteando, esas aves carroñeras que se han civilizado, cambiando sus hábitos, dejando los ambientes marinos, la limpia y salada claridad de las orillas del mar, para viajar al interior en busca de su alimento que ya escasea, aunque tengan que hacerlo en los inmensos basureros que la sociedad de consumo necesita para deshacerse de sus residuos , y donde al parecer no están los restos de la pobre Marta, que tuvo el infortunio de acudir aquella tarde a la casa de un antiguo amigo que a su vez tuvo la desgracia aquella misma tarde, nadie lo sabía, ni él mismo, de convertirse, desde el joven extraño y errante en sus principios-como los numerosos que conocemos -que era, en un auténtico asesino, no sabemos las circunstancias, si por algo azaroso, porque que se le fueran las manos fortuitamente, o por haberlo premeditado: nos inclinamos por lo primero.

Después en vez de afrontar la realidad de los hechos entró en una dinámicas de mentiras , de falsedades, que o bien están agravando su situación penal o están consiguiendo que no aparezca el cuerpo, con lo que la justicia tendrá más dudas a la hora de condenarlo.

Después de diez día de búsqueda esta segunda versión de que el cuerpo fuese arrojado al contenedor se va desinflando porque el cuerpo sigue sin aparecer, y porque la tirada previa al contenedor no paree ser cierta ya que no se han encontrado restos de sangre, ni en el contenedor, ni en la navaja con la que dicen que la amenazaron: a no ser que la hubiesen arrojado a otro contenedor de de basuras, porque hay que ser imbécil, para arrojar a Marta al que está enfrente de casa, y hasta ahora están demostrando que son cualquier cosa menos eso: todo lo contrario.

Siguen por lo tanto teniendo en jaque a la policía y a la justicia. El juez por su parte, en su búsqueda incesante de la verdad, va a llamar a declarar otra vez a los amigos de Samuel, para estudiar de nuevo su coartada.

Son los insondables abismos de la mente humana, en la que no se puede penetrar. Si un individuo no los quiere desvelar hoy por hoy no hay medios para que entrar en ellos. Han tenido la suerte de delinquir en una parte el planeta en que se respetan los derechos humanos a mentir. Si hubieran nacido en otra época existían medios con los que se torturaba para saber la verdad, aunque el torturado siempre tenía la tendencia a declararse culpable por lo insoportable de las torturas, hubiese sido culpable o no.

Hoy día lo único posible es encontrar pruebas inequívocas de los crímenes, que es lo que tendrán que hacer nuestros CSI particulares: encontrarlas para que puedan ser condenados sin dejar resquicios para la duda, porque ya se sabe que si la hay el reo, aunque sea culpable, sale victorioso.

En relación con este asunto, leemos un artículo de José Manuel Atencia, en el País-Andalucía, «La prensa y el caso de Marta», del que destacamos:

«…Hasta tres versiones distintas ha ofrecido el asesino confeso y sus presuntos colaboradores sobre la muerte de Marta del Castillo, la última de ellas la más truculenta. Las tres han sido explicadas con todo lujo de detalles, a pesar de las sombras sobre su veracidad y las dudas de los investigadores sobre su consistencia. Además, como mínimo, dos de las tres versiones tienen que ser falsas. Quizás, las tres. ¿Es noticia de primera página la tercera versión distinta de un hecho sin cuestionarse en el artículo que se trata de la tercera versión del mismo hecho? ¿Son necesarios los detalles de un relato que podría ser mentira y que aportan un grado de dolor aún mayor a unos familiares a los que ya no les queda hueco para más dolor.?»

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