De jueces, atracadores y malvados joyeros

Mingote

 De todos ellos trata el artículo de Alfonso Ussía, con el que casi nunca coincidimos aunque si en esta ocasión en que pone de manifiesto mediante la ironía la situación en España, uno de los estados más garantistas del mundo, de los derechos civiles según de qué personas; pero qué se puede esperar  de un país en que los corruptos son votados masivamente en las urnas o en que los jueces,  Garzón por ejemplo, son apartados de la carrera judicial por investigar el caso Gürtel no cumpliendo la ley escrupulosamente, mientras ahora mismo no hay en presidio ninguno de aquellos presuntos ladrones que supuestamente llenaron las arcas del partido en el Gobierno y de las que Bárcenas se llevo la parte del león, un país en que siguen ocurriendo casos como el que refleja una portada de «ABC» del año 1988 con un dibujo de Antonio Mingote en el que se ve cómo se desangra en una esquina un respetable ciudadano con un puñal clavado en el estómago. Una amable viandante acude en su auxilio, y él, más asustado por lo que le pueda suceder que por lo que le ha sucedido, le ruega a la caritativa señora: «Ysobre todo, por favor, ¡¡¡ que no se entere el juez de que le he pegado una bofetada al atracador!!!

  En este caso ha sido un joyero el acusado de disparar contra unos atracadores que tenían a su hija encañonada: el pérfido joyero y padre de la criatura ha sido acusado de  homicidio frustrado –gracias a Dios no llegó a matarlos-  por la señoría  de guardia, además del delito de usar una escopeta sin licencia.

 Hete aquí cómo denuncia de la situación Alfonso Ussía en “El malvado joyero”:

“ Días atrás, dos honrados delincuentes asaltaron una joyería del barrio de Salamanca de Madrid. La hija del joyero no supo dominar su mal carácter y les hizo frente. Ellos la tomaron para darle su merecido, con toda probabilidad mediante un disparo en la cabeza. Entonces, su padre, el malvado joyero, para salvar la vida de su hija y defender su negocio, disparó contra los encantadores delincuentes, hiriéndolos de  gravedad. El malvado joyero ha sido imputado por un delito de homicidio frustrado por el señor juez de guardia.

El joyero carecía de permiso de armas e hizo uso de una escopeta que pertenecía a su hija,

que sí estaba correctamente documentada con su licencia
correspondiente. Resulta indignante la reacción del joyero. Iban a
disparar contra la cabeza de su hija, pretendían llevarse todo el oro
existente en la joyería – ¡ay, la avaricia!–, y el padre disparó sin
tener el permiso de armas. Los pobres atracadores tampoco llevaban los
permisos correspondientes, pero en los atracadores, asaltadores y
forajidos en general, esa carencia no es fundamental para nuestra
justicia.
El malvado y precipitado padre y joyero reaccionó de manera
excesivamente violenta. Sabedor de que carecía de permiso de armas,
>tendría que haberse defendido con los puños, siempre que con sus
golpes no pretendiera hacer daño a los incautos atracadores. La única
que podía usar el arma, la hija, no pudo hacerlo por hallarse en manos
de los asaltantes. Y el padre, saltándose a la torera las leyes, lo
hizo con grave imprudencia y extrema celeridad, amén de excelente
puntería. Ajustándose a la ley, tendría que haber acudido a una
dependencia de la Guardia Civil, la más cercana a la joyería, y
examinarse a toda prisa para obtener el permiso, pero tan loable

acción cívica conllevaba el peligro de que a su vuelta, su hija
estuviera muerta con un disparo en la cabeza y la joyería
completamente desvalijada. No obstante, el juez ha considerado que su
irreflexiva reacción es merecedora de una imputación por homicidio
frustrado. Y como uno de los asaltantes fallezca a causa de las
heridas, al malvado padre se le va a caer el pelo en la cárcel. Eso,
el buenismo, la comprensión hacia el delincuente, la animadversión por
el asaltado, la corrección social de los que incumplen las leyes
violentamente y todas esas cosas. Un juez en Andalucía ha absuelto de
los delitos de robo y amenazas con violencia a un grupo de malhechores
que se dedicaron a asaltar supermercados y allanar propiedades
privadas durante este verano. El principal acusado, un parlamentario
andaluz apellidado Sánchez-Gordillo, lo hizo en nombre del pueblo, y
como el juez también es parte del pueblo, en lugar de procesarlo se lo
ha agradecido con enorme cordialidad.

Porque en la España de hoy, y también en la del reciente ayer, impedir
que asesinen a una hija y desvalijen el negocio dos atracadores
violentos es prueba irrefutable de fascismo. Y disparar sin permiso de
armas a los asaltantes, un delito gravísimo. Malvado joyero.”

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