Del frenazo en seco a LA ROJA

La derrota de la ROJA

 

Del fracaso de LA ROJA, de  nuestra selección en Maracaná se pueden hacer muchas lecturas, algunas muy torcidas y que gozan además con que sus teorías futbolísticas y fobias se hayan impuesto: se crucifica al Marqués del Bosque, y a Casillas, y a algunos jugadores del Barça. Lean si no la] Roja… de vergüenza, en EQM

 “Ayer Brasil no le puso la cara roja a España. Más bien la cara de España a ‘la roja’.

Ya era hora de que acabara tanta batalla de flores, viviendo de una etapa, los campeonatos de Europa y del Mundo, tan meritoria como esencialmente, conceptualmente, fugaz.

Seamos serios. Vicente del Bosque, el marqués, un muy buen futbolista y mejor moderador de vestuarios pero mediocre entrenador, heredó del gran Luis Aragonés un equipo de fabulosos brotes verdes, limpio de aquél polvo y la paja con que Raúl y sus amigos enfangaron el ambiente.

(…) Lo demás, ya se sabe. Un Casillas desnortado y falto de nivel, encumbrado por el marqués en su lucha contra Mou, en detrimento de un gran Valdés; un Arbeloa y un Alba, ridiculizados por sus contrarios; un Piqué shakirizado; un Pedro sobrevalorado; un Torres ya nada aniñado; un Xavi de capitán prejubilado; un Iniesta quemado; un Mata asombrado; y un Sergio Ramos convencido de que es, también…, el mejor lanzador de penaltys de la selección!

Y el marqués dejando hacer. Y los del banquillo, imagino que descojonados de la risa, pero politicamente correctos, impecables. No vaya a ser.

 (…).Apago el televisor y me imagino a Mou, Luis o Diego López, por ejemplo, sonriendo. Muy a su pesar.

O a Del Bosque preguntándole a Toni Grande que si quiere volver a fracasar con él en el Beşiktaş turco. Si les llaman. Porque, con toda la razón, ha empezado su cuenta atrás y hoy la prensa deportiva ya juega con cuatro o cinco sustitutos.

En fin. Que ellos iban a tener el arbitro a favor nadie lo ponía en duda. Suele ocurrir en casa del anfitrión. Que nosotros ibamos a hacer el ridículo, era menos esperado. Que la prensa española diga hoy que ‘volveremos’ y que hay que estar con nuestros ‘rojazos’ más que nunca porque se lo merecen y siguen siendo los mejores del mundo, estaba cantado”

 Una crítica-crónica ya puramente futbolística es la de Ramón Besa en El País, 010713.

 “A la selección española le pudo la liturgia, la púrpura y el cartel de la jornada, embobada con el recuerdo de Brasil y de Maracaná. Ya no juegan Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelinho. Ni tampoco Zico, Sócrates, Cerezo y Falcao. Ni siquiera Mauro Silva y Mazinho. El fútbol de la canarinha pertenece ahora a zagueros como Thiago Silva y a delanteros de la talla de Neymar. El nuevo fichaje del Barça aspira a ser el sucesor de Ronaldo, Rivaldo, Romario o Ronaldinho. Los centrocampistas juegan en España: Iniesta, Busquets, Xavi, Cesc, Silva, Mata, Cazorla o Javi Martínez son futbolistas tan peloteros que evocan a los mejores dieces que tuvo Brasil en los mundiales de 1970 o 1982. Exquisitos en el toque y el pase, resuelven los partidos desde la posesión del balón. Necesitan la pelota y ayer se la negó el mismísimo Brasil.

Espectadora y pusilánime, sobrepasada por el escenario y por el contrario, España no dio pie con bola, arramblada por la fuerza del plantel de Scolari, excelente en el juego sin balón, tan bestia como el mejor de los equipos de Mourinho cuando enfrentaba al peor de los equipos del Barça. El partido resultó un cúmulo de despropósitos para la Roja. No cuadró la alineación Del Bosque con la entrada de Mata, Arbeloa quedó tan expuesto ante Neymar que tuvo que ser sustituido, no se entendió muy bien que el penalti lo tirara Sergio Ramos -y lo fallara- y, por la actuación del colegiado, estaba cantado que algún defensa acabaría expulsado: la roja la vio finalmente Piqué. La derrota estaba escrita desde el inicio y al final se consumó la goleada.

Brasil denunció de forma sangrante la vulnerabilidad que La Roja había mostrado en varios pasajes de los partidos jugados contra Nigeria y Uruguay. Los españoles no solo han acusado el calor y la humedad del país sino que muchos de sus futbolistas han llegado pasados de forma o, cuanto menos, disminuidos físicamente frente a un contrario pletórico, especialmente agresivo, siempre ganador de los balones divididos y en las segundas jugadas, excelente en el despliegue por la verticalidad y desequilibrio del afilado Neymar. El exfutbolista del Santos lleva la bandera de los célebres delanteros de Brasil. Menudo y fibroso, resultó imparable para los laterales y centrales españoles, blandos y mal puestos, fatigados, vencidos por la permeabilidad de los medios y la poca presión de los puntas”

 Por el contrario, el cortador de césped, Julián Ruiz, en el El Corcovado español, aludiendo al Cristo que preside Río, no  la culpa en su totalidad a la Roja, ya que aparecen por ahí personajes tan siniestros como Havelange ,  Blatter, Platini y Villar y hasta el árbitro:

 (…) Arbitraje infame, coacción institucional y una selección española demasiado cansada para poder con el tren brasileño, que sólo tenía el salvoconducto político de un triunfo nacional ante la crisis explosiva con el  pueblo. El pueblo necesitaba este título, con la confección FIFA.

 Con tanta presión, España nunca fue España. Jamás se encontró a sí misma. No podía ante el público, castrada por su propio cansancio, con un Neymar que le va a disputar el título de mejor jugador del mundo a Messi. Culparon a Arbeloa, pero Azpilicueta tampoco pudo con él. Ésa es la verdad.

No seré yo el que propague la depresión, la decadencia de esta selección que creó Luis Aragonés. Los imperios no son tan fáciles de derribar y menos con la palabra o lo que se escribe, pero bastaría que los papanatas del fanatismo nacionalista dejaran de decir tonterías. Como todos los fanáticos, son ridículos.

Scolari me demostró en el mundial de Japón-Corea que entendió el significado del fútbol brasileño en este siglo XXI. Tenía a Ronaldo. Ahora a Neymar. En cualquier caso es algo más, bastante más. Scolari inventó un ángel de la guarda a una selección que se devaluaba técnicamente. No habría más triunfos si no cerraba defensivamente su nuevo estatus de jogo bonito. Como si dijera que no hay jogo bonito si no se pueden cubrir las espaldas. Brasil y la sombra de su malabarismo debía tener un circuito cerrado…”

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