Reivindicando al viejo titiritero (1) Joaquín Sabina

        (1) Usando la acepción noble y entrañable del término y no la espuria que le atribuyen algunos medios sectarios

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=w7fhODayaww[/youtube]

joaquin sabina

 Para nosotros y para muchos Joaquín Sabina es un cantautor puntero, de los de más éxito de los últimos 30 años, cuando arranca su carrera artística, (1978). Dejando a un lado su azarosa trayectoria vital, de todos conocida, nos centraremos en sus méritos artísticos entre los que ocupan un lugar de privilegio sus aficiones poéticas, y no es que sea un Lorca o un Juan Ramón Jiménez, pero sí sabe saborear a los autores llenos de excelencia como Vallejo, Alberti, Fray Luis de León o Quevedo e incluso el sobrino de Esperanza Aguirre, otro excelso poeta contemporáneo, Gil de Biedma, de los que se ve una influencia clara en su obra.

Y aunque algunos no les guste su voz desgarrada se ven influencias en su música de rockeros como Leonard Cohen o The Rolling Stones y Bob Dylan o del folklore latinoamericano -Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Chavela Vargas o José Alfredo Jiménez)-, el tango de Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi o Celedonio Flores, o de la canción melódica francesa de Georges Brassens.

Sus letras poseen una personalidad propia, son verdaderas piezas literarias que sus fans saben degustar: de hecho en sus conciertos abunda mucho la población madura, la que bordea por arriba y por abajo, la cincuentena, la que ha ido creciendo al mismo tiempo que este ya sexagenario transgresor, la que valora quizá más que las cuerdas vocales del cantante el sarcasmo, la ironía, la mordacidad de sus letras, algunas de las que no dudaría en firmar el propio Quevedo. Algunos críticos han visto en sus letras el formalismo del Barroco en forma de “léxico de uso corriente entrelazado con cultismos, equívocos, retruécanos, contrastes y antítesis, así como construcciones anafóricas y enumeraciones asindéticas, estos últimos, las dos principales figuras retóricas de la poética sabiniana.”

El andaluz Sabina ha hecho de Madrid su segunda patria y del Atlético de Madrid, el himno. El pueblo de Madrid le devuelve el fervor concediéndole la Medalla de Oro de la Ciudad acompañado del futbolista Raúl, del toreo José Tomás y de la pianista Paloma O´Sea, ejemplos de «esfuerzo, entrega y excelencia» según Alberto Ruiz-Gallardón.

Pero todo lo anterior, por lo visto, no convence a un bloguero de El Mundo, de nombre Quico Alsedo, que saluda lo nuevo de Sabina, “Tiramisú de limón, de esta guisa y con  el enunciado de “Joaquín Sabina, cariñosa babosa”

“Estaremos de acuerdo en que Joaquín Sabina es una cosa bastante viscosa a la par que peluda. Ahora, la vieja babosa amenaza con nuevo disco y se marca un single con los no menos gelatinosos Pereza. La canción no me horroriza, y eso me jode, me irrita, me preocupa. Pero vamos por partes: estaremos de acuerdo en que Sabina y su blanca palidez son una lata, un eslogan pelma. Esto no lo hubiera podido escribir hace unos meses, porque mi chica se habría enfadado. Ahora que tal concepto no existe, puedo decir que Sabina es el paradigma del cantautor fósil, orgullosamente tarugo.

Y sin embargo, comprendo y valoro sus letras como profundamente populares, como pura calle. Su romanticismo de bar. Su lírica de estación de autobuses, de tapa de chopitos, de echar la quiniela por si toca. Sin reparos lo digo: me parece un prosaico poeta, con mundo propio. Me inspira un cariño carpetovetónico, pero la horterez musical me impide ver el bosque. Y luego está esa lamentable voz, de la expresividad de un ladrillo, sensible como la lija. Sin embargo este tema nuevo, sea porque imita a Paolo Conte, por esas nasalidades vagamente Dylan  o porque definitivamente estoy en crisis como el PP, no me provoca excesivo asco, no me lleva a la nausea. Debo de estar fosilizándome. Pido perdón.”

 

2 comments

  1. Usar titiritero como persona que mueve títeres o volatinero no creo que sea acepción espuria, y si no véase la última de los titiriteros contra los empresarios arropando a un Cándido Méndez.

  2. Yo sigo viendo que se usa «titiriteros» para ridiculizar a aquellos que siguen determinadas conductas ante determinados tipos de poder y que no agradan a algunos.
    Aquí salen perdiendo tanto los titiriteros profesioanales como aquellos del mundo del arte que apoyan ideas progresistas.
    Los que están del lado del PP, por ejemplo, no son titiriteros-el pueblo siempre los ha considerado mal y la Iglesia, a los cómicos no los enterraba en sagrado- sino damas de la escena o de la canción o ilustres actores.
    Lo que no quita que muchos-los titiriteros- tengan unas sensibilidad distinta según de qué dictaduras estemos hablando.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *