Monseñor Ricardo Blázquez (7)


Entre todos los prelados españoles el que se ha llevado la palma de la moderación es Ricardo Blázquez, el actual Presidente de la Conferencia Episcopal que acaba ahora en marzo su mandato: parece que su reelección sería lo más  aconsejable en estos tiempos de artificial confrontación aunque, hombre de natural modestia, no rehusaría al cargo pero tampoco pide la reelección y lo expresa en latín para dar la larga cambiada” Non recuso laborem, nec peto laborem”, ni pide ni rehúsa el trabajo.
Ante el funesto laicismo que nos envuelve prefiere seguir a Benedicto XVI cuando dice que la Iglesia obrará teniendo en cuenta una sana laicidad ya que la religión no es puro sentimiento individual no reducible al ámbito privado, ya que posee estructuras visibles y comunitarias. 
Aunque afirma que la libertad humana es siempre  aconsejable denunció las leyes del aborto, del divorcio y aquella que permite que dos personas del mismo sexo contraigan matrimonio que se supone que son las leyes inicuas e injustas de las que hablaba Cañizares.
Al definir a la familia como el vino de “solera”, que no es sino la madre del vino, el vino viejo del que se sacan los demás vinos, manifiesta que ese es uno de los valores seguros que la Iglesia puede ofrecer a la sociedad: seguramente se referirá a la administración del sacramento del matrimonio, que sólo ella puede ofrecer porque desde que el hombre puebla la faz de la tierra y antes de que la Iglesia naciera, la familia quedó constituida, a no ser que  ofrezca a esa existencia previa, además del sacramento la particularidad de la indisolubilidad, que es sólo puramente teórica, porque de hecho ella disuelve los matrimonios cuando no cumplen los requisitos, siempre se salen por la tangente cuando dicen que el matrimonio en determinadas condiciones no se celebró, que no hubo matrimonio aunque de esa unión nacieran doce hijos. Son las interpretaciones de sus leyes.
Nos parece la del aborto la más  espinosa de las tres leyes porque aquí interviene un elemento, el nasciturus, al que no se le puede consultar, razón por la que no emitimos ningún tipo de opinión, así que trasladamos la patata caliente a los que están o se creen en  posesión de la verdad.Las leyes que permiten  las bodas gay son leyes civiles que legalizan uniones civiles para que los que conviven tengan los mismos derechos que las familias, digamos tradicionales, para no emplear el calificativo de normales, porque siempre habría quien le sacara la punta a esto. Es una ley justa y parece que el problema de fondo es puramente formal e incluso partidos políticos conservadores la ven bien siempre que no utilicen el término de “matrimonio” que debe reservarse para las parejas heterosexuales, aquellas que contribuyen a la propagación de la especie, aunque también sobre esto último hay opiniones encontradas: si desean escandalizarse hojeen la obra del libertino o degenerado Marqués de Sade.

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