Qué piden los controladores aéreos y elucubraciones pintorescas sobre los mismos

controladores aereos

 Especifico lo de  aéreos porque hay muchas clases de controladores. A Luis Roldan, por ejemplo, le decían el relojero porque controlaba reloj en mano el tiempo de los operarios de una fabrica de coches de Zaragoza. Estos a los que ahora nos referimos controlan el espacio aéreo para evitar que los aviones choquen entre si una vez que están en el aire (ni Perogrullo lo diría mejor). En otros lugares los aeropuertos son cerrados por otro tipo de elementos, en el caso de Francia  un fuerte temporal de nieve ha obligado a cerrar los aeropuertos de Orly, Charles-de-Gaulle y Roissy y hasta La Torre Eiffel también ha cerrado sus puertas.

También nos hemos enterado de las obsesiones de Rubalcaba desde su niñez: «Desde que soy pequeño, mi vida y la de muchos españoles ha estado asociada a los controladores: en el verano eran el bañador, la playa y los controladores; en Semana Santa eran el tiempo y los controladores; en Navidad, los polvorones y los controladores. Han formado parte de nuestra vida, pero no para bien. De lo que se trata ahora es que de eso no pase y el controlador pase a ser como un maestro, un médico, es decir, un trabajador que cobra de la administración pero que no amenaza periódicamente a los ciudadanos para defender sus privilegios»

Otro que está hecho un lío con los controladores es José María Carrascal que dice en Abc: “No sé si un día sabremos lo que pasó el 3 de diciembre de 2010 en España, como no sabemos lo que pasó el 23 de febrero de 1981. Lo que  sí sé es que no nos lo han contado todo. Y de lo que estoy seguro es que no nos lo contarán mañana Zapatero ni Rubalcaba en el Congreso. Claro que no han conseguido poco: que, con el jaleo se olviden los 426 euros que, al mismo tiempo, quitaban a los parados sin subsidio. Que para ellos representan bastante más que para los controladores su rebaja de sueldo. Por cosas como esta llamamos listo a Rubalcaba. En España, siempre ha gustado la picaresca”

Tampoco lo tiene muy claro una controladora que dice en su blog: “Si lo sabían y lo hicieron a propósito es que son unos tarados. Lo que hizo Pepe Blanco fue «echar cerillas en el polvorín. Somos la cortina de humo, el Gobierno nos utiliza para privatizar Aena. Para los controladores es imposible programar una huelga: «Cuando hubo la de funcionarios nos obligaron a cumplir con unos servicios mínimos del 110%.”

También parece echar aceite al fuego   Rafael Simancas aquel que en las elecciones autonómicas de 2003 no obtuvo la Presidencia de la Comunidad de Madrid por la abstención de los diputados socialistas Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez –el llamado tamayazo que propició el advenimiento de ESPE– y que en su blog considera que el pueblo debe conocer “ la tabla reivindicativa de esa casta de privilegiados” , “los españoles deben conocer qué es exactamente lo que estos delincuentes (cada vez menos presuntos) pretenden obtener del chantaje al Estado”. Estos son los privilegios:

•    Contabilizar como horas extraordinarias hasta un tercio de su jornada de trabajo habitual, a fin de alcanzar unos salarios de entre 300.000 y 1.000.000 de euros anuales, por jornadas de trabajo efectivo que rara vez superan las 10 horas semanales. Eso sí, con cargo al tesoro público y a los impuestos de los ciudadanos.
•    Jubilarse a partir de los 52 años percibiendo el salario íntegro, horas extraordinarias incluidas.
•    Organizar su propio régimen de trabajo y su propio régimen salarial, de tal manera que sean ellos mismos, a través de su “sindicato”, quienes determinen cuándo, cómo y cuánto se trabaja, y cuánto se cobra, independientemente de las necesidades del servicio. Buscan, por ejemplo, acumular jornadas de trabajo y guardias para asegurarse vacaciones de dos semanas por cada tres días de trabajo efectivo.
•    Garantizar el control por parte de su “sindicato” del acceso a la profesión y la formación de los nuevos profesionales, a fin de solo sean sus familiares y amigos quienes se incorporen a la “casta” de privilegiados.
•    Convertir la legislación vigente en papel mojado ante sus reivindicaciones, de tal manera que cualquier disposición legal aprobada legítimamente por los representantes de los ciudadanos deba derogarse frente a sus chantajes.

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