Se celebró el Desfile, con la asistencia de Rajoy

Ya dijimos ayer que si el diablo antes cargaba las armas, con los nuevos tiempos ahora se dedica a activar, a abrir los micrófonos siendo esto último más dañino para el cazado en el renuncio o en la frase inoportuna, que el ruido que forma un tiro escapado al aire que, normalmente, sólo da un susto.
Si la víctima fue hace tiempo Zapatero ahora lo es el que aspira a ser su sucesor, Rajoy, el de los exordios patrióticos el año pasado con motivo del desfile, que sólo una año después ha pasado a ser catalogado como de “coñazo”, en su acepción de “peñazo”, con lo que las palabras pronunciadas el curso anterior  en plan arenga militar, en plan jefe de Estado bolivariano, que son los que en la actualidad son tan excesivos en sus discursos, han pasado a ser más falsas que un billete de 1000 euros.

Las consecuencias de tal descuido no se han hecho esperar, y aparte de las críticas que provengan de sus contrincantes políticos, que son las normales, como el caso de la señora Leire Pajín, la predilecta de Sánchez Dragó, las peores son la de su propio partido, vertidas desde el anonimato en algunos casos y en otros no, desde sus bestias negras de la COPE y El Mundo.

Así el parlamentario vasco del PP y presidente de la Fundación para la defensa de España (DENAES), Santiago Abascal ha asegurado que “comprende” la “decepción y la preocupación” de los españoles por las palabras de Rajoy.

El Mundo, en su editorial de hoy- la pluma flamígera de Pedro J.- sentencia que los ciudadanos pueden ser muy comprensivos con el “desliz” de un político, pero no tanto con quien “en vez de pedir perdón, aliente la cultura del fariseísmo”. Juzga peor la justificación de que se trataba de una conversación de ámbito privado porque era obvio que “sus comentarios irónicos no formaban parte de una declaración oficial”. Sobraba, por tanto, la rectificación.

Abunda más en el tema diciendo que tales descuidos   “quitan la careta a los políticos y nos revelan sus verdaderos pensamientos” , recordándole , de paso a Rajoy cómo durante las elecciones intentó sacar partido del desliz del presidente del Gobierno en una entrevista con Gabilondo, “pues no en vano no hubo plaza durante la campaña de las generales donde no se burlara de Zapatero”.

Lo acusa también de  fariseísmo al dar por sentado que es aceptable que un político afirme una cosa en público y la contraria en privado siempre y cuando su doblez no trascienda. Falsedad en estado puro.

Por último así ve el asunto El País:

“…El líder del PP, que en los últimos años ha visto cómo las tribunas de los familiares de militares abucheaban la presencia de Zapatero en el desfile, corre el riesgo de ser este año el objeto de las críticas. Los símbolos que más ha alentado, como sucedió hace tres meses con María San Gil y José Antonio Ortega Lara, se vuelven, de nuevo, contra él. El desfile al que se refería Rajoy en tono despectivo es efectivamente muy largo. Tanto, que el propio Zapatero, que tiene que estar en París a las cinco de la tarde para una reunión de urgencia con todos los presidentes de los países del euro, estará allí pero luego no podrá ir a la recepción que los Reyes ofrecen todos los años con motivo del 12 de octubre”.

Y LD, resume el acto, ya celebrado, de esta manera:

“…El presidente del Gobierno ha vuelto a ser recibido con abucheos a su llegada al paseo de la Castellana, donde discurrirá el desfile de la Fiesta Nacional. Entre el público se han oído, incluso, gritos de «Zapatero, dimisión». Rajoy, con el rostro muy serio, ha llegado también al palco un día después de que un micrófono abierto captara sus impresiones sobre el acto: «Mañana tengo el coñazo del desfile».

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