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Parece ser que el terrorismo etarra la tiene tomada con Málaga. Un largo viaje desde el País vasco hasta las plácidas orillas del Mediterráneo que siempre se caracterizó por ser un mar de civilización, de trasmisión de la milenaria cultura europea. Ahora sin embargo unos seres que tienen in mente el sueño de fragmentar el más viejo Estado de Europa, que precisamente terminó de constituirse como tal en 1516 con la incorporación del Reino de Navarra, que también está en la agenda de los territorios reivindicados no sólo por los terroristas-los nuevos bárbaros del Norte- sino también por los partidos nacionalistas democráticos, encabezados por el PNV, aquel al que pertenece el recalcitrante Ibarretxe y que no representa a la mayoría del pueblo vasco, ahora, de nuevo, esos entes que parecen irracionales, han vuelto a visitar la Ciudad del Paraiso guilleniana, pretendiendo convertirla, de momento, pues avisan de la colocación de sus “arterfactos” con antelación, en la Ciudad de las Playas Dinamitadas.
Pues bien, el señor Ibarretxe, con todo este ruido de fondo provocado por sus paisanos terroristas, con una legitimidad muy discutible al ser su plan consultivo sostenido con el voto de un partido claramente proetarra, quiere llevarlo a cabo en ese ambiente de terror propio y que es exportado al resto del territorio español, seguramente con el propósito de doblegar al Estado de Derecho. No hay libertad o sólo la impuesta por ellos.
Mientras tanto nos vamos adentrando en el siglo XXI con el viejo problema y en cuya resolución el pueblo vasco no quiere implicarse de veras pues sigue votando, sigue reproduciendo el mapa político con pocas variaciones.
