Los asustaviejas o acosadores inmobiliarios proliferan

Acosados

Desahucio

Los asustaviejas son una especie de matones reconvertidos, unos sicarios del ladrillo viejo, que tuvieron sus campos de entrenamiento primitivos en la Bahía de Cádiz, trimilenaria ciudad en que comenzaron a hacer las prácticas. De ahí, como mancha de fueil, se extendieron por toda la piel de toro-original metáfora- y hoy y como botón de muestra les ponemos a Málaga y Barcelona. En la Ciudad Condal, porque quieren poner pies en pared creando una fiscalía a la que puedan acudir los que sufren «mobbing» o acoso inmobiliario. Muy mal tienen que estar las cosas en la ciudad de Laporta, nuevo líder balompédico-político frustrado, cuando la Justicia, versión catalana, ha dado ese primer paso.

Y en Málaga, en un «bloque» antiguo en que convive gente variopinta desde los que pagan el alquiler, a los que no lo pagan, pasando por los okupas y una fauna que allí tiene un excelente caldo de cultivo, de manera que nuestras ratas allí han devenido en capibaras, y los telespectadores de la 2, que casualmente es casi todo el mundo, nadie ve los culebrones ni otras bazofias, saben a qué roedor nos referimos.

Lo de los okupas, que suele ser gente antisocial o de costumbres anárquicas y que no admiten la propiedad privada, es un asunto peliagudo. Hay quien dice que es una de las tácticas de los propietarios de las viviendas, uno más de los métodos disuasorios de los que se valen. En este caso concreto, Paco Gutiérrez, antiguo líder de CE.CE.OO- según un periodista, tertuliano ahora del corazón y de lo que se tercie-, y ahora Defensor del Pueblo en Málaga, el dueño de la vivienda ha quitado las puertas al edificio, con lo que, ante eso, no hay okupa que se resista.

Para solucionar este estado de cosas, métanse en el «gugle» y verán cómo se da este fenómeno en toda España y habría que recurrir a los gobernantes para que arbitren medidas para que los propietarios de viviendas en estado ruinoso no vean lesionados en exceso su patrimonio, de lo contrario se verían aherrojados a la senda de la desesperación, de la especulación y a seguir contratando asustaviejas.

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