Una época,desde la nostalgia (2)

Esta adivinanza proponía Gonzalo una tarde de invierno refiriéndose a don José porque era muy friolero,no había calefacción,algún que otro brasero de picón, y además en la acera de enfrente vivía Ballesteros,el de los camiones.Solucionado el acertijo.Era don José un hombre con mucho humor.En algunas ocasiones me encargaba echarle cartas en el buzón de Correos.Me decía:»Mira, al meterla en el buzón tienes que decir con voz potente el sitio a donde va dirigida.Si no,no llega».Yo disfrutaba creyendo que él creía que yo me creía su trola-frases de este tipo dice con bastante frecuencia el líder Rajoy-.¿Lo has hecho bien?.Mira que si no la carta no llega a su destino,recalcaba, con esa insistencia que posteriormente le llevó a levantar un cuasi imperio de la enseñanza,conocido en todos los lugares de España, sin que este sea el lugar para referirse qué tipo de características lo adornaban y que eran objeto de deseo de unos padres que en muchos casos además de la ilustración pretendían que de una manera conductista corrigieran el erróneo rumbo de sus vástagos.-Mira que si no la carta no llega. Sí,don José.Y había entre los dos una sonrisa cómplice.Desde luego tenía más sentido del humor que su preceptor don Francisco Velarde,que blandiendo dos grandes muletas y un anillo episcopal era el terror de los niños de la época.Y decían que utilizaba indistintamente esa terrorífica tríada para asegurarse de que entrasen las letras y los números.No sé por qué yo me libré de tal amenaza que por otra parte fue algo que jamás presencié y quizá producto de la rumorología o una leyenda urbano-pueblerina,cuando aún no se había inventado este tópico.El otro maestro del que don José recibió influencias fue don Luis, de origen catalán,que vivió como pudo la década ominosa,la llamada de «los años del hambre»,dando clases no regladas,el otro sí estaba en un centro oficial.Seguramente ambos habrían sido represaliados por el Régimen que tenía una particular inquina hacia tan sufrido estamento:todos los 61000 fueron expedientados y tuvieron que demostrar su inocencia ante los alcaldes y jefes locales del Movimiento respectivos, y si el Párroco también los avalaba,mejor que mejor. 

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