Nuevos modos de la Monarquía en el trato a los ciudadanos

el rey con los periodistas

 O `por lo menos así nos lo parece a nosotros y es algo a lo que no se estaba acostumbrado: que el Rey y su heredero, en el corto espacio de unos días, se dirijan ásperamente, irónicamente, quejosamente a unos ciudadanos, periodistas o no, no era una estampa habitual. Quizá hayan pensado que la mejor defensa es un buen ataque hartos de comentarios de todo tipo y de chanzas, tanto desde medios serios como de revistas de papel couché o de republicanos de tres al cuarto.

No voy a enjuiciar las actuaciones de los dos miembros de la realeza aunque me pareció conmovedora la de Juan Carlos I en vísperas de su nueva operación esta vez en una rodilla ante las preguntas de los periodistas por su estado de salud: “Estoy, fatal, fatal…Estoy harto de que me pongáis un pino en el pecho…” o la del Príncipe a la chica que lo interpeló: “Ya has tenido hoy tu minuto de gloria”

Pero dejemos a la gaceta.es –en mis tiempos se decía “mientes más que la gaceta” ahora se podrían decir cosas peores- que explique el incidente o la anécdota;

“Laura Pérez se saltó el protocolo que rodea cualquier acto presidido por los Príncipes de Asturias para instarle a celebrar un referéndum en España sobre monarquía o república, según unas imágenes emitidas por Canal 4 Navarra. Esta ciudadana ha dejado de ser anónima tras protagonizar uno de los debates a pie de calle más tensos que se conocen. Laura acudió al Palacio de Congresos y Exposiciones de Pamplona el pasado 31 de mayo para entregarle a los Príncipes de Asturias una carta donde expone sus motivos para la consulta. Tras un fallido intento, Laura Pérez esperó la salida de la comitiva para acercarse a Don Felipe y declararle personalmente su opinión sobre la monarquía. "Preguntarle cuando se va a poder plantear en este país un referéndum sobre si queremos una monarquía o una república, por una cuestión de regeneración democrática", explica esta ciudadana antes de plantearle a los Príncipes las intenciones expresadas en su misiva."Lo puede proponer o puede abdicar", instó Pérez a Don Felipe. A lo que el Príncipe de Asturias replicó, "yo creo en el sistema, abdicar sería una irresponsabilidad política, pero por mecanismos democráticos todo es posible".Tras las replicas de ambos, uno de los acompañantes del Príncipe interpela a la ciudadana: "¿Ese es el único problema que tienes en tu vida?". Pérez contestó: "No, sencillamente quiero dejar de ser súbdita para ser ciudadana".El Príncipe, visiblemente molesto por la situación que se había desencadenado, zanjó la conversación: "Desde luego has conseguido el minuto de gloria". "Pues no era lo que quería", dijo la aludida. "Pues lo has conseguido, porque esto no llega a ningún lado", replicó Don Felipe”El caso del Rey lo interpreta así el confidencial.com“el pasado martes por el Rey durante un acto oficial en el palacio de La Zarzuela, cuando, en un tono desabrido e impropio de quien "modera el funcionamiento regular de las instituciones" (artículo 56.1 de la Constitución), respondió a los periodistas que le interrogaron por su estado de salud, un día después de que la Casa del Rey anunciase que el monarca iba a ser intervenido quirúrgicamente en su rodilla derecha:"Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa todos los días. Eso es lo que hacéis la prensa", fue el exabrupto lanzado a los estupefactos informadores por Don Juan Carlos, visiblemente crispado por las especulaciones de algunos medios de comunicación sobre el alcance de sus achaques. Puede que alguien agradezca la espontánea contribución del Rey a la riqueza del castellano con esa florida metáfora -confieso que jamás había escuchado la expresión poner un pino en la tripa como representación de un féretro, pero ésa es otra cuestiónSi el jefe del Estado quiere imponer unas reglas del juego tan alejadas de los códigos de una monarquía parlamentaria, tal vez los medios de comunicación deberían responder aplicando unos patrones mucho más democráticos en el tratamiento informativo de los asuntos que conciernen a la Corona e idénticos a los que rigen para cualquier otra institución: veracidad, imparcialidad, transparencia y objetividad. Y ese propósito es incompatible con el acatamiento casi ciego de una ley no escrita vigente desde la Transición, según la cual el Rey -cuya persona es "inviolable" y no está "sujeta a responsabilidad", según el artículo 56.3 de la Constitución- está libre de crítica y sus actos escapan al escrutinio fiscalizador de la prensa.¿Por qué silenciar el debate sobre la sucesión cuando los ciudadanos hablan con naturalidad en la calle de los pros y los contras de una abdicación del monarca en favor del heredero, el príncipe Felipe de Borbón? ¿Acaso debería ocultarse a la opinión pública la presunta conexión del yerno del Rey, Iñaki Urdangarín, con el llamado caso Palma Arena, después de que un juez haya imputado a su ex socio en el Instituto Nóos, la entidad que presidía el ex jugador de balonmano del FC Barcelona? ¿Hay que mirar hacia otro lado cuando Don Juan Carlos rebasa las competencias que le atribuye la Constitución e interfiere en el debate político, excluyendo al PP de un pacto anticrisis auspiciado por él mismo? ¿O cuando Patrimonio Nacional paga la elevada factura de una lujosa cinta de correr para uso exclusivo del Rey?”

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