Mourinho

 

mourinho

Viene precedido de frases tales como:

«La hipocresía del fútbol. Gente que viene hacia mí, me da una palmadita en la espalda, me sonríe y me dice: «Eres el mejor, eres un grande, sigue así». Después, en cuanto pueden, me atacan» Una mezcla de ego y paranoia. Lo vimos en el Nou Camp cuando salió al centro del ruedo a saludar con una pizca de insolencia, lo que motivó que un jugador del Barça le propinase una colleja.

«Me piden, incluso, un autógrafo, una foto con ellos y después cambian de golpe. A mí no me gusta todo esto. Lo hacen, incluso, algunos entrenadores». Lo dicho, otra vez su ego mezclado con la traición.

Y llega a Madrid con el deseo claro de entrenar al Madrid y con el hacha de guerra levantada: quiere tratar directamente con el empresario multimillonario, presidente del Club, Florentino Pérez -le sobra el dinero pero anda “lampando” por títulos-, saltándose al actual director general Jorge Valdano que además no es partidario de que rescindan el contrato al caballeroso Pellegrini, al que avala.
Mourinho tiene unas características personales opuestas a las del técnico chileno: es provocador y no hace ascos a  los enfrentamientos ni a la polémica. Es más, parece que se encuentra en ellos en su elemento, lo que no sabemos es si cuadrará en un club tan señorial como el Madrid, el mejor club de futbol del siglo XX, aunque en los últimos años haya sido tomado al asalto por algunos presidentes mercenarios que se han lucrado con su nombre y con su marca en sus negocios, muy lejos de aquel sobrio Don Santiago Bernabeu que tenía una barquita en Santa Pola.

Llega a Madrid de una manera que sorprende al profano: pidiendo al presidente

– al fabuloso Drogba, delantero centro, del Chelsea

 – a Gerrard, Lampard o Rossi, un central estilo Terry y a Maicon y Kolarov para reforzar las dos bandas.

– También quiere que Higuaín siga en el club. En caso contrario, solicitará el fichaje de Diego Milito.

Eso de momento. El luso, que al parecer cree que los del Madrid son unos  ilusos – que lo son si lo fichan- no ha hablado de sus pretensiones económicas pero suponemos que los 10 o 12 millones de euros anuales no se los quita nadie y todo sin que garantice la conquista de títulos. Seguro que cualquiera de ustedes, con dos mil millones de pelas anuales y los mejores jugadores del mundo con los que va a ser servido, estarían dispuesto a todo: a ganar al Alcorcón e incluso al modesto Lyon. Se trata sólo de poner cara de muy mala leche en el banquillo, hacer muchos aspavientos y dejar que la táctica la decidan sus estrellas: algo parecido a lo que hacía Luis Molowny en el antiguo Madrid aunque con toda la naturalidad del mundo.

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