Un breve recuento de lo que la Iglesia considera agravios de Saramago

saramago

Nos tenemos que remontar a 1992 en que escribe el “Evangelio según Jesucristo”. Aquí vierte una nueva versión del Evangelio, lo que sería el “Evangelio según Saramago” y en donde fabula que Jesús convive con María Magdalena y huye de la Cruz, desobedeciendo los planes de su Padre con los que había ideado ejercer un poder omnímodo en el mundo terrenal. La primera consecuencia de tal acción fue ganarse la enemiga del Gobierno portugués que consideró sacrílego al libro y ofensivo para los cristianos. Saramago se “vengó” abandonando Portugal y yéndose a vivir a España, a la paradisíaca Lanzarote, desde la que es el principal impulsor, dada su nombradía, de la unión de ambos países en la Confederación Ibérica.

Ahora vuelve a las andadas y escandaliza a la Conferencia Episcopal Portuguesa con un nuevo libro, “Caín”, en donde presenta La Biblia, texto sagrado de los cristianos-es un término más amplio que decir “católicos”- como “un manual de malas costumbres, un catálogo de crueldad y de lo peor de la naturaleza humana”, “un libro que tuvo mucha influencia en nuestra cultura y hasta en nuestro manera de ser sin el que los humanos seríamos probablemente mejores”.  Sin embargo el rabino luso no le ha dado mucha importancia al asunto: “los suyos no se van a escandalizar por los escritos de nadie”

Continúa su heterodoxia, rompiendo los moldes clásicos, achacando a Jehová el ser el instigador y autor intelectual del primer crimen fratricida de la historia: el asesinato de Abel por Caín, al que absuelve de su pecado, diciendo de paso que el Dios de la Biblia, el de los cristianos, es “un Dios cruel, envidioso e insoportable que solamente existe en nuestras mentes”.

(Aquí, en este punto ya estamos requiriendo ayuda urgente de un buen teólogo. Cómo a un ser que sólo existe en nuestra imaginación se le pueden atribuir tales poderes maléficos fuera de ella )

El polémico Saramago se cura en salud afirmando que su libro “Caín” no será ofensivo para los católicos porque no leen la Biblia y quizá sí para los judíos, algo que le trae sin cuidado.

Pero Saramago no sólo tiene declarada la guerra a Dios: ahora baja el ángulo de tiro y la emprende con su representante en la Tierra, a la sazón Benedicto  XVI, al que acusa de cínico afirmando: «Que  Ratzinger tenga el valor de invocar a Dios para reforzar su neomedievalismo universal, a un Dios que jamás ha visto, con el que nunca se ha sentado a tomar un café, demuestra solamente el absoluto cinismo intelectual del personaje», «a las insolencias reaccionarias de la Iglesia católica hay que responder con la insolencia de la inteligencia viva, del buen sentido, de la palabra responsable. No podemos permitir que la verdad sea ofendida todos los días por presuntos representantes de Dios en la tierra a los que en realidad sólo interesa el poder»

Y termina: “ a la Iglesia le importa poco el destino de las almas y lo que siempre ha buscado es el control de sus cuerpos. «La razón  puede ser una moral, usémosla». A sus más de 80 años asegura ser “un ateo tranquilo, pero que está cambiando de idea”

Todo lo anterior es suficiente para comprender a la Iglesia que considera al Nobel un enemigo implacable que quiere segar la hierba de debajo de sus pies, una amenaza más a su tinglado al que nadie ha podido derribar en 2.000 años.

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