Una época,desde la nostalgia (4)

En esos iniciales años académicos sólo recordamos haber recibido una galleta y no por poco aprovechamiento escolar sino que la merecí ante mi insistencia por salir antes de tiempo del aula para ver a un hermano de mi madre que había estado dos años fuera, lo que denota o poca sensibilidad del pedagogo o que antes los niños querían más a sus tíos o ambas cosas.En los tiempos que corren a los niños a los que les ocurre semejantes cosas tienen a su disposición un teléfono 900 para denunciar al maestro por maltratador, aunque de hecho ya muchos padres y tutores se están tomando la justicia por su mano, o por las de sus hermanos mayores y además estas palizas a los preceptores son grabadas en algunos casos, con lo que el Defensor del Menor se queda sin trabajo y tienen que intervenir nuestros magistrados,directamente.Son los bandazos de nuestra historia.Qué lejos quedan los tiempos del Dómine Cabra y del Lazarillo.Para profundizar en el conocimiento de los pueblos no hay nada como conocer la historia de sus escuelas y esta de la que inicialmente hablamos tuvo durante unos decenios una importancia decisiva para el pueblo, aquella rudimentaria escuela que comenzó en la Puerta Teba, justo enfrente de Ballesteros,escuela anónima bautizada después como «San José». Eran unos tiempos heroicos en que para ir a examinarnos a Antequera-a escasos veinte minutos en la actualidad- cogíamos un tren que tardaba varias horas en llegar,largas esperas en Bobadilla, y todas las pernoctaciones que hicieran falta: tenemos congeladas varias imágenes,una de ellas es de don José leyendo las notas en el hermoso patio del Instituto Pedro Espinosa y el llanto de algunas niñas y otra pudieran ser las explícitas risas de nuestros examinadores cuando oían nuestra pronunciación del inglés y del francés…porque tanto las lenguas vivas como las muertas las estudiábamos a pelo pero con gran aprovechamiento,o cuando un alumno dijo que el Carlismo era «la doctrina de los carlos» o la escapada de un gallo con gran alboroto que iba destinado a un profesor amante de las proteínas. 

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