Efectos secundarios del chauvinismo francés: Esperanza canta el himno nacional

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liberation

aguirre con contador

El chauvinismo francés ha provocado que el himno nacional español, tan huérfano de letra como de afecto en los grandes eventos deportivos en que participen equipos e hinchas de autonomías contestatarias, sea cantado a capela por la belicosa Esperanza Aguirre, la que momentos antes había tachado al Presidente de su país de “prepotente, de sindicalista retrógrado piquetero”, con el maillot amarillo enfundado, fundida anteriormente en un ceñido abrazo con el campeón Contador, dando un penoso espectáculo, uno más de los que hemos tenido que asistir estos días. Si creen que exagero escuchen y vean el video adjunto, son apenas treinta segundos. Lo consideramos uno de los efectos secundarios del chauvinismo galo.

Ha tenido varios: uno más puede ser el que haya sido el podio más gélido que se recuerda, con un Lance Armstrong en posición de bronce y gracias a que Alberto Contador lo llevó en volandas en la etapa del Mont Ventoux. Ya ha referido Contador que el esfuerzo que ha tenido que hacer para vencer en este Tour ha sido doble, y siendo una prueba que se la ha llevado de calle, con una superioridad insultante, el esfuerzo mayor lo ha librado precisamente cuando no iba en la bicicleta: en el hotel, ante su equipo y sobre todo con Armstrong que, desde su soberbia, no podía creer que el pinteño lo superara.

Otro efecto secundario y éste el más aleve y canallesco es que el diario francés
‘Libération’ ataque en su edición del lunes al campeón del Tour, Alberto Contador, al que acusa alegremente, sin pruebas de ningún tipo, de recurrir al dopaje. “Contador, queroseno en las venas”, lleva por título una crónica en un espacio privilegiado de cualquier periódico: la página 3. El texto asegura que “la CERA (EPO de tercera generación), entre muchos otros productos y métodos dopantes indetectables como la transfusión de su propia sangre, explica bastante bien el tirón del resultado”.
También el norteamericano Lemon había dicho días atrás que escalar como lo hace Contador no se consigue bebiendo agua del grifo.

En fin, para que después digan que la envidia es el pecado capital privativo de los españoles.

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