La contaminación de los vuelos transoceánicos de placer

 

Un avión contamina la atmósfera como 24.000 coches. ¿Tomarán los ecologistas estos vuelos que tanto perjudican la biosfera?

Es una pregunta que nos hacemos de vez en cuando dado el masivo tratamiento que están teniendo los asuntos de la ecología, del cambio climático y las consecuencias de las emisiones de CO2 a la atmósfera junto con el calentamiento global y la capa de ozono. Todos lo vuelos que anuncian a Cuba, Santo Domingo, Punta Cana, el Caribe en general, si son exclusivamente para bañarse en el mar parece que no tienen razón de ser habiendo también buenas playas en el vecino Marruecos, Túnez o en la misma Europa: hay que recorrer unos veinte mil kilómetros, ida y vuelta, eligiendo tales destinos llamado paradisíacos.

Si los viajes, tienen además, como se dice en algunos reportajes, una motivación de tipo sexual, estos viajes contaminarían doblemente al ir cargados además de contaminación moral de la que en este caso no serían culpables los aviones sino los pasajeros que proceden de países menos permisivos con esas acciones constitutivas de delito al tener como objetivo a menores de edad que en ocasiones son obligados a prostituirse por la precariedad económica en que viven sus familias.

Seguramente los ecologistas a ultranza y debido a la elevada contaminación que producen se abstendrán, salvo causa mayor, de efectuar este tipo de vuelos sobre todo cuando observamos cómo se rasgan las vestiduras cuando se horada un montaña o es atravesado un valle para el trazado de un tren o carretera que tienen como finalidad el hacer la vida más agradable a la especie humana. Y es que deberían releer lo que dijo el poeta:

«Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,/ y más la piedra dura, porque esa ya no siente,/ pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,/ ni mayor pesadumbre que la vida consciente./»

Y es que nos parece que hay una gran falsedad en los planteamientos de algunos cuando se oponen frontalmente a que se haga una carretera en sustitución de otra en la que ha habido muchos accidentes, muerte y lesiones en las personas, porque se han encontrado unas supuestas deyecciones de animales protegidos, cuando todos, animales y vegetales, debemos estar protegidos, según la escala de prioridades que se establezca.

3 comments

  1. Querido Alfonso:

    Como prólogo a mi comentario me gustaría poner de relieve la definición del término ecología: “Parte de la sociología que estudia la relación entre los grupos humanos y su ambiente, tanto físico como social”, según la RAE
    Partiendo de esta definición encuentro sentido a lo que expresó en las ultimas líneas de su artículo: “Todos debemos estar protegidos según la escala de prioridades que se establezca”
    Que se escojan unas vacaciones en lugar de otras únicamente se basa en esos intereses cruzados que usted ha comentado. El principal problema que implica el ecologismo actualmente es el cinismo y la hipocresía pasmosa que presentan los ecologistas –o los que dicen tener esta etiqueta- hoy en día.
    ¿Se acuerda usted del azote ecologista que padecieron las canteras de Alhaurín de la Torre? Hablo del tema habida cuenta que muchas de las explotaciones mineras que se encontraban realizando su actividad eran ilegales, eso hay que combatirlo. Pero hasta dónde llega la vehemencia y la falsedad. Ahora dicen que el nivel de cánceres de pulmón está incrementando debido al polvo que crean estas canteras. Lo curioso es que dichas personas que se quejan perversamente cuentan con auténticos palacetes en la falda de la sierra y más arriba aún ,y lo que es más, el ayuntamiento concede licencias de construcción en estas zonas.
    El polvo enferma a una persona que compra un palacete junto a una cantera, pero no a aquel que lleva trabajando en la misma más de cuarenta años. Toda una paradoja ante la que la Junta se ha lavado las manos impunemente.
    Es un ejemplo ,quizá sacado a luz por la cercanía, de ecologismo de maceta, de las ridiculeces que encontramos en nuestra sociedad.
    No empecemos la casa por el tejado, miremos nuestras calles (auténticas pocilgas) y tomemos conciencia de la esencia del tema. Abandonemos los intereses a veces vergonzantes y utilicemos la razón que es lo que básicamente nos diferencia ,como humanos, del resto de seres vivos.

  2. Hoy he hablado con un titulado en Medio Ambiente que lógicamente debe estar sensibilizado en estos asuntos que hoy nos ocupan: me dice que esos son ecologistas radicales o sólo se atribuyen ese nombre porque hoy, en tiempos de cambio climático, vende, además de ser políticamente correcto tener esa bandera.
    También están los ecologistas de salón, los que no producen algaradas, pero que se cuidan muy mucho de que sus intereses sean salvaguardados.
    Con los países también ocurre lo mismo y cuesta sangre y sudor el que firmen el protocolo de Kioto: quieren mantener su bienestar material sin pensar en las generaciones venideras.
    Por último, cualquiera diría que es usted oriundo de Alhaurín de la Torre pues parece conocer a la perfección el asunto de las canteras que tanto dio que hablar en su día. No estaría de más que nos dijera si finalmente fueron abiertas de nuevo, si hay estadísticas sobre si los señores que viven en la falda de la sierra en chalés construidos en zona verde han sido afectados por el polvo que todo lo contamina en mayor proporción que el obrero que está en la extracción de la piedra.
    Antes los Alhaurines sonaban porque su paradisíaco clima invitaba a que figuras como Brennan o Gala se instalaran allí. Hoy o por las canteras o por la corrupción urbanística o por el presidio mediático, a partir del caso malayo, ha adquirido fama.
    Nos parece que los alhaurinos, grandes o chicos, no merecen esa notoriedad. Hubiera sido mejor que se hubieran quedado como estaban.

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