La incoherencia de los hooligans

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Los Hooligan  suelen ir en bandadas, aunque en ocasiones formen agrupaciones de decenas de miles, compuestas por vociferantes individuos adornados de una indumentaria de vistosos colores. Suelen aparecer una vez al año y alcanzan su máxima intensidad cuando se mezclan los colores azulgranas y rojiblancos. Hay algunos recuerdos de su paso por la Ciudad del Turia:

Crónica extradeportiva de la final de la Copa del Rey

Su Copa de nuevo un calvario para Su Majestad El Rey

 Opiniones de diverso cuño sobre la pitada de Mestalla

En el año en curso, el destino ha querido que ambos colores vuelvan a enfrentarse en la Capital del Reino, pero no ha podido ser en el estadio que anteriormente se relacionaba con el régimen franquista sino con el de inferior categoría relativa, el de los colchoneros, el del Pupas, llamado así por sus propios socios por su habitual mala suerte, algo que se contradice con el número de trofeos ganados en los dos últimos años, más que el otro millonario vecino.
Vuelven las dos hinchadas, y se teme –porque así lo han anunciado las plataformas que son nido de separatistas– que reproduzcan el abucheo a la Casa Real y los símbolos de la Nación, aunque esta vez se han encontrado con la valiente lógica de Aguirre, a la que se le ha pasado por la cabeza suspender el encuentro y que se celebre a puerta cerrada, para evitar que tal turbamulta cometa los actos delictivos de vejar los símbolos de la Patria y del Estado.
Alegamos nosotros que por menos se cierran los campos de fútbol: por proferir insultos racistas contra un jugador o por imitar los aullidos de los primates cuando este coge la pelota. Parece más grave insultar al Jefe del Estado o a su hijo que a un mercenario de un determinado color que le da bien a la pelota. O siendo muy justos y benéficos, démosle la misma importancia a tal acción. Del Rey abajo ninguno y viceversa.

ESPE no se ha quedado sola con su drástica propuesta. Incluso nosotros pensamos que si le dan tal valor a la Copa del Rey que no la jueguen: o que lo hagan en la de Andorra o Francia. Si no quieren el Himno de España, que adopten La Marsellesa, etc . Demuestran yendo a Madrid que de coherencia andan más bien cortitos estos hinchas periféricos, entre los cuales si duda habrá algunos más lógicos.
Apoyan a Esperanza, entre otros, El Mundo que considera «el colmo del cinismo que dirigentes de todo signo» se lanzaran a la yugular de Aguirre acusándola de politizar la Copa ella solita sin ayuda de nadie y Losantos que les manda a «silbar a la vía»: ha dicho lo que la mayoría piensa: que ya está bien, y que para pitar el himno y la bandera de España vayan al guano, no a Madrid”
Ignacio Camacho, con su ironía habitual:” La pitada es guay, y si alguien se cabrea o se ofende es que carece de espíritu democrático y de sentido del humor. Si hay bronca será responsabilidad de Esperanza Aguirre, esa alborotadora cimarrona que provoca a las criaturitas con su autoritario radicalismo centrista. O de la caverna mediática o de la central lechera que bebe de la ubre ubérrima del madridismo opresor. Para un nacionalista, la culpa siempre es de los otros»

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