La vieja Iberia unida: un deseo para un 39,9% de lusos y 30,3% de españoles

la peninsula iberica

España y Portugal, unidos

Teníamos previsto para el título “Portugal y España algún día formarán la Federación Hispano-Portuguesa” pero nos ha parecido más romántico y evocador el que hemos puesto, quizá más en consonancia con los movimientos nacionalistas del Risorgimiento italiano o la Unificación alemana del XIX.

Y probablemente la fusión se producirá más pronto que tarde, por aquella misma razón por la que se producen las uniones de los países en entidades supranacionales, es decir, por motivos económicos: no hay que olvidar que la Unión Europea se llamó antes el Mercado Común al que después se fueron añadiendo otros contenidos de tipo histórico y cultural y todo para hacer frente a USA, Japón y otros gigantes económicos.
Lo mismo ocurre con los bancos, con las líneas aéreas, compañía de automóviles, etc: se producen fusiones para reducir gastos y se más competitivos.

Algo de eso se producirá inexorablemente algún día con los dos Estados que coexisten en la Península Ibérica aunque podríamos decir en este caso que nihil novum sub sole: Ambas naciones compartieron  rey durante 60 años, entre 1580 y 1640. España y Portugal tienen una historia paralela pero distante. Portugal se convirtió en un reino autónomo de la Corona de Castilla en 1143 y posteriormente, con la excepción de los sesenta años en que Portugal pasó a formar parte de la Monarquía Española (1580-1640), ambos países han seguido rumbos distintos.

En el siglo XIX  surge el iberismo, una corriente política y cultural promovida por burgueses e intelectuales peninsulares que abogaba por la unión política peninsular que no encontró continuidad histórica.

Si esa unión llegara a producirse  resultaría en el país con mayor extensión de la Unión Europea y el quinto en población con más de 57 millones de habitantes, por detrás de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. La suma del Producto Interior Bruto a precios corrientes de los dos países ibéricos daría como resultado la quinta economía de la Unión Europea.

Y no paran la encuestas en los dos países: según la de la revista Tiempo el 45,6 por ciento de los españoles encuestados está a favor de la unión de España y Portugal, más que un 39 % en contra. El sondeo de la Universidad de Salamanca, 39,9% de los portugueses y 30,3% de los españoles  esa unión. Según el diario luso “Sol”  el 28 % de los portugueses desearía formar un único país con España. La unión de la península Ibérica tendría una clara ventaja para el 97% de los encuestados: mayor crecimiento económico para Portugal. Más división existe entre los encuestados a la hora de fijar la nueva capital: un 42% de los favorables a la unión la sitúan en Madrid, mientras que el 41% prefieren Lisboa.

Pero a quien más feliz haría esta unión sería indudablemente a José Saramago que ayer mismo escribió en El País “E pur si muove”:

“…Al contrario de lo que generalmente se dice, el futuro ya está escrito, lo que ocurre es que nosotros no tenemos todavía la ciencia necesaria para leerlo. Las protestas de hoy pueden convertirse en los acuerdos de mañana, y, por supuesto, también podría suceder lo contrario, aunque una cosa es cierta y la frase de Galileo tiene aquí perfecto encaje. Sí, Iberia. E pur si muove.»Y sin embargo, se mueve». Estas palabras las diría como si fuera un susurro casi inaudible Galileo Galilei al terminar la lectura de la abjuración a que fue forzado por los inquisidores generales de la Iglesia Católica el 22 de Junio de 1633. Se trataba, como se sabe, de obligarlo a desmentir, condenar y repudiar públicamente lo que había sido y seguía siendo su profunda convicción, es decir, la verdad científica del sistema copernicano, según el cual es la Tierra la que gira alrededor del Sol y no el Sol alrededor de la Tierra. El estudio del texto de la abjuración de Galileo debería estudiarse con conveniente atención en todos los establecimientos de enseñanza del planeta, fuese cual fuese la religión dominante, no tanto para confirmar lo que hoy es una evidencia para todo el mundo, que el Sol está parado y la Tierra se mueve a su alredor, sino como manera de prevenir la formación de supersticiones, lavados de cerebro, ideas hechas y otros atentados contra la inteligencia y el sentido común.

No es, pese a la introducción, Galileo el objeto primero de este texto, sino algo más próximo en el tiempo y en el espacio. Me refiero al Barómetro Hispano-Luso del Centro de Análisis Social de la Universidad de Salamanca, publicado hoy, sobre las eventuales posibilidades de creación de una unión entre los dos países de la Península Ibérica de cara a la formación de una Federación hispano-portuguesa.

Los lectores que acompañan regularmente éste y otros comentarios míos recordarán la polémica, adornada con unos cuantos insultos elegidos y unas cuantas acusaciones de traición a la patria, que mi pronóstico de una unión de ese tipo suscitó hace relativamente poco tiempo. Los que rechazan la idea constituyen poco más del 30% de las personas consultadas, es decir, 260 de los 876 ciudadanos entrevistados durante los meses de abril y mayo de este año”

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